Agenda Ciudadana.
Rebecca Arenas.
 

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Veracruz ante la disyuntiva
2016-10-19

Cuando veo que las cosas salen tan mal para los veracruzanos, con una entidad endeudada hasta lo indecible, porque una vez más los sátrapas que llegaron a apoderarse de lo ajeno, los insufribles gobernantes que se adueñaron de los recursos públicos y maltrataron de forma inmisericorde a la población, no terminan de irse; no terminan de declarar con inaudito cinismo su inocencia, utilizando  los medios de comunicación a discreción, pagando por ello multimillonarias sumas que no son suyas, siento una profunda náusea.


La grotesca parodia en que se ha convertido la escena política en Veracruz, comidilla inacabable en el país entero y causa de descrédito nacional en el extranjero, ha dado a nuestra otrora próspera entidad el doloroso calificativo de Estado fallido.


No terminan de irse los malhechores, aunque la cabeza ya puso tierra de por medio, porque no terminan aún de completar su daño, porque hay una extensa red de complicidad que parece no acabar, que pretenden acallar; como si no fuera suficiente lo que ya se tiene comprobado para meterlos a todos tras las rejas y obligarlos a devolver lo que se llevaron;  y conste que no digo “A la reparación del daño”, porque los estragos infringidos a la entidad y a los veracruzanos a lo largo de todos estos años, ese daño no lo van a poder subsanar, es irreversible.   


¿De qué han servido los avances legales e institucionales en materia de transparencia y rendición de cuentas? Claramente para que la runfla de rufianes enquistados en el gobierno de Veracruz durante doce años, encontraran invariablemente la manera de evadir cada nueva dificultad legal, para salirse con la suya. 


Ningún veracruzano o veracruzana con un mínimo de conciencia y sentido de pertenencia, puede permanecer indiferente ante la debacle que actualmente vive nuestro Estado. Más allá de siglas y colores, de preferencias ideológicas, está Veracruz primero y siempre, como diría Gutiérrez Barrios. No podemos seguir la disparatada secuencia de cuanto ocurre y permanecer callados como invitados de palo. Si un invitado llegara a nuestra casa y la empezara a saquear y nos golpeara, para luego llamar a los medios y proclamar que no ha cometido ningún abuso, sin duda alguna, no nos quedaríamos de brazos cruzados.            


Eso es lo que ha pasado en Veracruz, que es la casa de todos los que aquí nacimos; una entidad generosa que nos ha dado a sus habitantes lo necesario y más, para  tener una vida digna y no tener que emigrar; una entidad que alguna vez tuvo paz social que nos permitió a propios y extraños recorrer su extensa y bella geografía, sin el permanente miedo de ser victimados por la violencia criminal que hoy embiste Veracruz con rampante impunidad, como lo demuestran las macabras estadísticas.  


El debilitamiento del tejido social en Veracruz, caracterizado por la apatía, la reticencia a participar y la pasividad, es producto de sentimientos de miedo y angustia por amenazas reales o imaginarias -la paranoia colectiva es una de sus manifestaciones- que generan adversidad y falta de cohesión social. El miedo al "otro", al “diferente”, genera actitudes permanentes de indefensión, siempre a la defensiva. Un tejido social dañado que ha mantenido a Veracruz paralizado.


La densa situación que hoy vive la entidad, a la mitad de nada, entre un gobierno rapaz que ya no ésta, y un gobierno electo que aún no llega,  inmerso en la avalancha mediática que hace surgir los más insólitos rumores, un día sí y el otro también, haciendo interminable el transcurrir del tiempo hasta el primero de diciembre, me hace recordar la reflexión de Fernando Savater, el filósofo español, sobre crisis y ciudadanía:


“Las cosas están muy mal, pero nadie va a venir a salvarnos. Por esta razón la decisión es muy simple: o se elige ser un ciudadano que busca hacer algo para que las cosas cambien o se opta por ser un vasallo que calla y obedece. No hay más opción.                                  El pesimismo no arregla nada”  


Una reflexión severa que nos cuestiona y enfrenta a la disyuntiva de seguir como estamos y apechugamos, o buscamos reconstruir la confianza ciudadana con vínculos renovados; con enlaces de vinculación solidaria en nuestra comunidad y en toda la entidad.


Urge reconstruir el tejido social, para propiciar la creación de metas compartidas en beneficio de la colectividad. Ese es el entorno que hará posible reconstruir esquemas de contención de riesgo y de apoyo en beneficio de un Veracruz vital, que resurgirá más pronto que tarde, si nos organizamos y actuamos en vez de esperar a que las cosas pasen


rayarenas@gmail.com


@RebeccArenas 

 
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