Las voces críticas de algunos periodistas y sobre todo de los agraviados que han expresado su repudio a la medida tomada por el ejecutivo estatal, declaran hasta lo que no, inventan y sentencian dando valor a una sola expresión.
Hasta donde soy testigo la medida afecta a todo aquel que con el carácter de empleado de confianza llego con el funcionario que cumplió su encargo y al terminar el periodo debió dejar el lugar, esto es, el empleado que trajo era de su absoluta confianza no del nuevo servidor público que lo sucedió, por lo tanto no existe obligación de seguirlo empleando, es en ese entendido como el desempleado debe de actuar, vine con, me voy con, siguiendo la suerte del que me trajo o buscando otro destino.
Se han dado de baja a quienes cobraban y no asistían a laborar o según estaban comisionados, además de quienes gozaban de jugoso sueldo similar al jefe en turno, aun siendo trabajador de base. Se les han hecho propuestas a la mayoría para que regresen a su verdadero puesto con un salario acorde a la labor que desempeñan, algunos aceptan otros no.
Es menester reconocer que en algunos casos existían demasiados empleados para tan poca labor, por lo tanto se hizo necesario ajustar el numero para que el recurso se destine a otro fin social, ahora que estamos en austeridad republicana, gracias al desfalco criminal del anterior gobierno local y acorde a los incrementos infames que el gobierno federal nos decreto iniciando el nuevo año.
Tal vez el ejecutivo debe presentar soluciones alternas para no dejar sin empleo a miles de burócratas, sin embargo debe haber voluntad de ambas partes y convenir las salidas, debido a que los nuevos responsables necesitan cumplir el encargo con quienes ellos creen poder hacerlo, así como la vivieron muchos de los que ahora han dejado el espacio para irse a la banca, cosa que no se ha podido hacer debido a que no hay suficiente recurso y con los empleados existentes con ellos se debe trabajar.
Así que para satanizar la medida hay que tener sustento para no confundir a los ciudadanos, porque a la postre resulta contraproducente al dejarse llevar por el estado de ánimo y los sentimientos de quienes nos gusta criticar por criticar.
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