Línea Caliente.
Edgar Hernández.
 

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Osorio Chong tras Duarte ¿Y si ya se suicidó?
2017-03-19

¡Una sobredosis de 50 gotas de Fluoxetina –para bajar el estrés y conciliar el sueño- le provocarían un paro cardiaco!


Javier Duarte sigue siendo objeto de serias dudas sobre su paradero, pero fundamentalmente por saber si aún está con vida ante soterrada versión en contra.


Investigaciones federales y el referente conductual de Duarte en lo general a lo largo de su sexenio y en lo particular los últimos seis meses de su gobierno, arrojan un recurrente estado de alteración, irritabilidad, decisiones arrebatadas e incontrolable estrés.


Ello ha dado lugar a que una de las hipótesis de la PGR considere el suicidio o muerte por sobredosis del ex gobernador al verse acosado, perseguido, acorralado,  al estar impedido de ver a sus hijos; andar a salto de mata –lo más lejos que ha podido huir es a Costa Rica-; la presunta o real presión de su esposa para que se entregue y a que en cuatro ocasiones ha estado a punto de ser atrapado.


Ese estado de zozobra permanente lo convirtieron  en un zombi adicto a fuertes somníferos y gotas para dormir.


La hipótesis de su adicción a medicamentos para conciliar el sueño se manifestó prácticamente desde el 2010 cuando asumió la gubernatura. 


Por aquellos meses declaró a este reportero que la presión de Fidel Herrera y los problemas del estado lo tenían en permanente vigilia. “Estoy durmiendo cuatro horas diarias y tengo que tomar pastillas para dormir”, comentó.


A la par –por esos años-  la presión de los Zetas, los cadáveres en Boca del Río, la balacera de Villarín y la escalada de matanzas en el norte de Veracruz lo mantenían alterado las 24 horas del día.


De hecho el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, era el único que tenía autorización para llamarle a cualquier hora de la noche, cosa que de manera constante hacía.


Bermúdez, ese que se ve tan sonriente en prisión, sería prácticamente desde que asume la titularidad, el depositario de la historia negra de Veracruz durante el mandato de Duarte, quien se quedaría con los archivos, quien sabe de lo que habla cuando refiere los 500 millones entregados a Héctor Yunes; quien sabía del mapa de las fosas clandestinas, casas de seguridad, la guardia personal de Javier Duarte… y el permiso para matar.


Bermúdez sigue siendo un hombre de cuidado aun cuando está recluido en Pacho Viejo. Desde ahí opera.


La historia del derrumbe.


Fue en mayo del año pasado cuando recibió de manera directa la más seria advertencia del gobierno federal. “Si gana Yunes Linares te va a meter a la cárcel; si gana Morena, nosotros te meteremos a la cárcel”.


“El PRI va a ganar, de eso yo me encargo”, le respondió Duarte al Secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong.


Yunes ganaría la gubernatura por 150 mil votos.


Para el aparato el juego se alteraba. El centro entraba en histeria y muy, pero muy molesto se manifestó el primer priista Enrique Peña Nieto.


Así, no mediaron más que unos cuantos días para que fuera llamado a rendir cuentas y tras largo encuentro en Bucareli se pactó, luego de la histórica pelea Duarte/Yunes Linares por Televisa el 12 de octubre, que permitiría la injerencia del gobierno federal en asuntos internos de Veracruz al tiempo que le cerraban todas las llaves del dinero.


Duarte aceptó.


Se comprometió además a entregarse a la PGR, ser encarcelado y considerar que podría permanecer el prisión por un periodo no mayor a diez años. En cinco –por buena conducta- quedaría libre.


Hubo además un acuerdo, por debajo de la mesa, para congelar todas sus cuentas, salvo una para que cuando estuviera libre desapareciera del mapa sin mayores preocupaciones para el resto de su vida.


Pero algo pasó.


Duarte decide huir, andar a salto de mata, operar desde la clandestinidad y montar un bunker itinerante puesto por su hombre de más confianza en materia de comunicaciones de alta tecnología. Desde ahí ha venido operando manejando incluso su Twiter. 


Así, en caso de estar vivo, lleva más de 150 días de pelada contando con el apoyo de infiltrados que le dan el pitazo para que escape cuando están a punto de atraparlo.


Acaso por ello es que de pronto Osorio Chong decide de nuevo tocar el tema este jueves 16 de marzo para garantizar a la opinión pública que van a aprehender a Javier Duarte, al tiempo que da nuevos datos sobre sus diálogos con él.


 “Le sugerí  (a Duarte) tomar una decisión para enfrentar la ley… a lo que me respondió que tenía la conciencia tranquila. Y le dije que pues yo le recomendaba ante esa conciencia tranquila que enfrentara la ley, que saliera a enfrentar la ley”.


No lo hizo.


Se aproximaba el fin de su mandato cuando a poco más de 90 días de entregar la gubernatura decide cambiar sus oficinas a unas carpas habilitadas en el aeropuerto El Lencero. 


¿Por qué  todo tan abrupto?


A pesar de que sus amigos del alma, sus prestanombres, lo convencieron de que todo estaba bajo control, que no había una firma que acreditara ilícito alguno y que podía enfrentar la justicia, la presión que ya para el fin de su gobierno le imponía Miguel Angel Yunes, le hicieron dudar.


Luego, las primeras delaciones de Antonio Mansur Beltrán, las negociaciones en lo oscurito Elvia Carlota Besil y su esposo el diputado federal Edgar Spinoso Carrera; la información que deslizaron a Yunes, José Antonio Ruiz Bandín, José Juan Janeiro Rodríguez y Moisés Mansur Cysneiros, el 28 de octubre, fueron definitivas.


Lo hundieron.


Ello amén que el propio Duarte observó poco cuidado en su cuñada y suegra Mónica Ghihan Macías Tubilla, su suegra, María Virginia Tubilla, en la compra y manejo de propiedades, así como la ostentación de las riquezas del concuño José Armando Rodríguez Ayache.


Fue hasta entonces, luego de seis años de deslumbre del dinero a manos llenas, la buena vida, los vinos caros, las cenas en palacios de Europa, el gusto por los aviones –hasta compró una aerolínea-y los paseos por los lugares más exclusivos del mundo, que se dio cuenta que estaba completamente solo y con un pie en la cárcel.


Y si, totalmente solo ya que hasta Karime le entró a los negocios.


El 17 de octubre, tras darse a conocer que había una orden de aprehensión de la PGR en su contra y pedir licencia al cargo, de manera por demás sospechosa desaparece. 


Era sábado y el lunes siguiente tenía que presentarse de nuevo en Televisa con las pruebas contra Yunes Linares.


De la precisión de su huida solo hay datos aislados: que el rapaz de Flavino Ríos le puso un helicóptero para que escapara, según la bitácora de vuelo, a las 4:30 pm, mismo que abordaría no en El Lencero, sino kilómetros adelante, en el Agrocentro, para llevarlo al Centro de Convenciones Coatzacoalcos en compañía de otra persona que no era Karime, según los pilotos Jesús Jaime Pérez y Francisco Javier Herrera.


De ahí se pierde el rastro al salir a toda velocidad en una suburban, mientras Yunes Linares revelaba que el helicóptero lo llevó a Puebla.


A partir de entonces mil historias se ha contado como la del supuesto suicidio. Pero esa, se la platico mañana.


Tiempo al tiempo.


*Premio Nacional de Periodismo

 
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