La política en tacones.
Pilar Ramírez.
 

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2017-06-21

En esta semana, cientos de maestros se apostaron afuera de las instalaciones de la Secretaría de Educación de Veracruz para exigir la destitución del director de Educación Indígena, Raúl Pessah Micha. Los docentes adujeron varias razones: en primer término una violación al artículo 14 de la Ley Estatal del Servicio Civil, el cual señala que para ingresar al servicio de las entidades públicas uno de los requisitos es ser de nacionalidad mexicana; el ingreso de extranjeros sólo es admisible cuando no haya mexicanos que puedan desempeñar el cargo y dicho nombramiento deberá realizarlo el titular de la dependencia, tomando en consideración el punto de vista del sindicato.


                ¿Por qué? porque Pessah es argentino, pero además no tiene conocimientos acerca de la educación indígena y su comportamiento prepotente e insultante hacia el personal de su área motivó la intervención de la Sección 32 del SNTE, que junto con sus agremiados presionó a las autoridades educativas, que no tuvieron más remedio que ceder y destituir al funcionario el mismo día de la protesta.


                Pessah era insostenible porque resulta un desacierto mayúsculo afirmar que precisamente en educación indígena, un ámbito que toca fibras sensibles del nacionalismo, no hay mexicanos, y en este caso veracruzanos, capacitados para ejercer el cargo. Por otra parte, exhibía al secretario del ramo, Enrique Pérez Rodríguez, como una persona dispuesta a obviar el mandato de la ley, pues el nombramiento de Pessah Micha sólo debió hacerlo él. Por otro lado, también quedaba muy mal parado si no era él quien lo había nombrado, pues quiere decir que se marginó de su obligación y dejó en manos de un funcionario menor una decisión que resultó una transgresión a la ley.


                Con toda seguridad no habrían faltado las críticas a la torpeza de nombrar a un extranjero en educación indígena, aunque muchos simplemente lo hubieran tomado como uno más de los yerros que se cometen en el sector público, pero a esa barbaridad se le sumó el trato prepotente del funcionario y los trabajadores tuvieron el argumento perfecto para pedir su destitución. Es muy posible que fue realmente ese el motivo principal del rechazo al funcionario argentino.


                Una gran cantidad de empleados de gobierno en Veracruz quisieran que sus jefes fueran extranjeros para pedir su remoción, porque resulta que desde que comenzó la administración de Miguel Ángel Yunes son recurrentes las quejas de trabajadores por el trato que les dan los nuevos funcionarios.


                Se trata de un fenómeno que ya se ha visto con la alternancia. Cuando un partido por primera se vuelve gobierno, el triunfo generalmente les toma desprevenidos por una razón simple: no han tenido oportunidad previa de haber formado cuadros, es decir, no habían tenido puestos que repartir y por lo tanto no hay mucha gente con experiencia en el arte de la gestión pública.


                La constante en el actual gobierno de Veracruz es la presencia de funcionarios jóvenes, sin experiencia, sin manejo adecuado de los recursos humanos y, peor, en muchos casos sin el perfil para desempeñar un cargo.


                Se recurre a las viejas prácticas de la política mexicana, donde una persona se vuelve experta sólo porque su amigo, su compadre de toda la vida o el compañero que estuvo en la sufrida campaña decide darle un cargo. A partir de ese momento, por decreto saben de salud, de educación, de deporte, de finanzas, de cultura o de cualquier otro tema de la gestión pública.


                Una manera fácil de esconder la ignorancia es la prepotencia y la arrogancia y en esta administración se ha recurrido a ellas en exceso. Algunos casos han salido a la luz pública, como el funcionario, también de la Secretaría de Educación de Veracruz, que pretendía ordenar a las mujeres vestir con “decoro”, los maltratos a que fueron sometidas empleadas del Instituto Veracruzano de las Mujeres, a quienes se les desconoció no sólo su conocimiento en el tema sino sus derechos laborales y ahora este nuevo caso en Educación.


                Son legión los Dr. House en el gobierno veracruzano, gruñones, groseros, vulgares, insultantes, insolentes y que ponen por delante no sus atributos profesionales sino su jerarquía, pero sin la genialidad en conocimientos del personaje de la serie. Es hora de que el gobernador Miguel Ángel Yunes tenga una conversación seria con los titulares de despacho para que revisen el ambiente laboral que se ha creado en esta administración. Tienen poco tiempo para corregirlo, si es que creen que les conviene hacerlo. Sólo hay que ver que en la elección para gobernador Yunes Linares ganó Xalapa y en la pasada elección municipal la perdió. No sería ocioso pensar que una parte de la responsabilidad de este fenómeno la tienen los funcionarios bisoños que no saben qué hacer con tanto pinche poder, como dijera Fidel Herrera.


 ramirezmorales.pilar@gmail.com


 

 
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