Debo no niego; pago lo justo.
Teresa Carbajal.
 

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Trágico septiembre
2017-09-26

Septiembre, el llamado Mes del Testamento es una excelente ocasión para reflexionar acerca de qué pasaría con nuestra familia, con nuestros bienes, en manos de quien, y para beneficio de quien quedaría el producto de todos nuestros esfuerzos diarios en el trabajo: si hoy mismo muriéramos.


Realmente, ¿Estaríamos beneficiando a quienes más queremos? ¿Dejaríamos protegidos a quienes más nos necesitan? ¿Qué pasaría con aquellos que cuentan con nosotros y nuestra única protección?


Las personas tienen por hábito creer que siempre les dará tiempo de organizar sus asuntos antes de morir, ¡Como si la muerte nos avisara cuando está cerca!, ¡Mentira!


Hace un par de años encontré dentro de una colección de textos jurídicos, un breviario que me llamó la atención por su peculiar título, “Cuentos Sucesorios” la conveniencia de testar. Fue escrito por un Notario Público perteneciente al Colegio de Notarios del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México. Y en dicho breviario, a través de casos prácticos y reales que él mismo conoció –según se entiende-, narrados a modo de cuentos explicaba a modo de influir en el lector la importancia de hacer un Testamento. 


En esos “cuentos” explica las terribles consecuencias de no haber hecho Testamento en caso de: tener bienes puestos a nombre socios o ‘prestanombres’; tener más de una familia y/o hijos producto de esos diversos matrimonios; dejar cuentas bancarias y seguros a nombre de ex esposos, dejando desprotegidos a los actuales cónyuges. 


En “La muerte inesperada” narró el caso de un hombre que –cuando joven- comenzó una exitosa empresa e hizo testamento beneficiando a su socio, y cuando se casó no cambió su Testamento para proteger a su esposa e hijos, por lo que los niños después de haber tenido un padre millonario terminaron viviendo de la compasión y caridad del socio, pues nada lo obligaba a compartir la herencia con ellos.


O bien el caso de otro joven que siendo soltero contrató un seguro para su madre, y al morir ella se negó a ayudar a sus nietos, pues decía que su hijo había contratado tal seguro, para solventar su vejez,  cuando lo que pasó fue la ‘dejadez’ del hijo de cambiar oportunamente a sus nuevos beneficiarios, confiado en la promesa verbal de la madre de ayudarlos si algo le pasaba.


Otro cuento, de mucho mensaje, fue “El mandamás” en el abordó la figura del Albacea, así como la importancia de pensar bien, en quien ha de ocupar dicho cargo y las reglas claras de cómo ha de proceder, pues en el caso, dicho Albacea resultó un abusivo, que siempre actuaba en perjuicio de los herederos.


Dicho libro, que a la fecha conservo- en un valioso texto de apoyo en este mes para compartir con los compañeros barzonistas, a quienes siempre se les despiertan nuevas dudas e inquietudes, que tarde o temprano desembocan en la confección de un Testamento, de ahí que considero el objetivo cumplido, pues de eso se trata de generar conciencia y cultura financiera. Al final de cuentas, si tanto luchamos por conservar y proteger nuestro patrimonio; justo y coherente es, que después de nuestra muerte éste quede para bien de aquellos a quienes más deseamos proteger.


Yo también me sé una historia, que no es cuento, de una abuela muy previsora (gracias) que dejó en vida sus bienes dispuestos para su nieto, -afortunadamente- pues de haber confiado en que sus hijos reconocerían y ejecutarían su voluntad, ¡para qué le cuento!  Y para qué le sigo…


Mejor, recojo y comparto la reflexión del Señor Notario Juan Manuel Asprón Pelayo, cuando nos dice en su obra, que “…lo único seguro que ha de pasar en nuestras vidas es que indefectiblemente moriremos, la muerte siempre está presente y está cerca en cualquier caso, por eso nunca puede ser inesperada, pero la falta de previsión la vuelve desafortunada e inoportuna”.


Ahí mismo nos exhorta a los Abogados, para advertir a las personas de los riesgos que se corren cuando no tienen en orden y manera regular sus documentos, o cuando los tienen de manera ‘distinta a la realidad’ para ahorrarse impuestos, o para no hacer gastos, creyendo que siempre tendrán tiempo de regularizar sus cosas antes de morir. 


Entonces, ¿Cuándo es el momento oportuno para hacer tu Testamento? El nacimiento de un hijo, el que un ser querido contraiga una enfermedad, cuando sobrevenga una incapacidad, la muerte de un familiar, contraer matrimonio o divorciarse, la quiebra de un negocio, la adquisición o venta de inmuebles, en resumen los momentos importantes en la vida de una persona.


Todo momento es el mejor momento, ya sea para hacer o revisar un Testamento ya existente, y estar seguros que es acorde a nuestros deseos y circunstancias. Por eso es nuestra última voluntad, porque podemos cambiarlo cuantas veces sea necesario, imperando sobre los demás el último, el más reciente, el más cercano al deceso, y es el que habrá de cumplirse.


Septiembre además, nos ha recordado con trágicos eventos nacionales, como el terremoto sufrido el pasado día 19, la necesidad de estar preparados para morir en el momento menos deseado, y sin importar la edad, el género y demás circunstancias.  


¡Hasta la próxima!


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