Como si el domingo primero de julio del año próximo estuviera a la vuelta de la esquina. Clásico deporte veracruzano, el de la grilla como entretenimiento y cómoda manera de pasar el tiempo. A la par que también comodina conducta de obviar lo obvio ignorando o pretendiendo ignorar que la última palabra en materia electoral corresponde a la cúspide de los poderes fácticos, siendo ésta la que determina rumbo y destino del país en función de sus intereses particulares, y no a los mirones de palo que votan pero no eligen.
Poder real por encima del institucional, que se encuentra en una encrucijada y en torno a la cual se alinean intereses: o se continúa por el camino de un modelo económico y social neoliberal presuntamente agotado o se asume el cambio de época, apostándole a un proceso de transformación acorde con las nuevas realidades del mundo globalizado. O se sigue por el mismo sendero de lento y magro crecimiento económico, finanzas y políticas públicas insuficientes para atender las necesidades crecientes de un país que aspira a acceder al primer mundo, y un tejido social en franca y efervescente descomposición, o se asume el riesgo de un cambio de modelo de crecimiento y desarrollo que, con todas sus consecuencias, recobre el dinamismo perdido y se eleven tasas de ganancia y acumulación a la par que se recupera control del Estado y administración de conflictos en el seno de una sociedad que amenaza con desbordarse.
En el marco de esta encrucijada, es a mi juicio el que para el 2018, debería contemplarse propósito y fin último de la elección más compleja de que se tenga memoria en el país, y no en el tejemaneje de una partidocracia corrupta y acomodaticia que, tiempo ha habiendo dejado de responder a las necesidades políticas y sociales de la élite dominante, vive una crisis de obsolescencia.
La liturgia electoral a que se nos tenía acostumbrados, es cosa del pasado. Si queremos cuando menos tratar de entender el presente y otear lo que el futuro puede depararnos, hay que romper la burbuja. De otra manera seguiremos anclados en el limitado fondo de una realidad que ya no existe. Demos vuelta a la página y aceptemos que ya no hay huija matraquera que valga. Hay que intentar ver más allá del estrecho horizonte que nos ofrece nuestro aldeano ombligo.
Tiempo al tiempo que las piezas del rompecabezas solitas buscarán acomodo. El pueblo llano así lo entiende, clase política y ruido mediático ni le van ni le vienen cuando el día a día de la vida cotidiana lo mismo marca agravios, expectativas y esperanzas. Sabe su propio cuento y en su momento sabrá optar entre el más de lo mismo o encaminar sus pasos hacia nuevos horizontes.
Ya mañana Dios dirá que más seguro es lo comido, recomienda la conseja.
Hojas que se lleva el viento
El inicio en territorio rebelde en Chiapas de la campaña de propaganda y despertar de conciencias emprendido por el EZLN y el Movimiento Nacional Indígena por conducto de su vocera y aspirante a la candidatura testimonial independiente para la presidencia de la república, no se quiere ver ni escuchar. Son indígenas, que más puede pasar, se dice en el México racista y excluyente.
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