Muchos vivales traen en sus manos las banderas de la debacle económica y financiera, corrupción, inseguridad y pobreza, para buscar  gobernarlo. Tristemente no para cambiar, hacer justicia o servir con honestidad, sino para aprovechar lo laxo de las leyes que han permitido vivos ejemplos de impunidad. Meterle el diente al cajón es tan fácil y sin riesgo que bien vale la pena invertirle un billetón. Lo penoso es que incluso entre algunos que sí pudieran ser buenos gobernadores anden rodeados de gente reprobada por la sociedad y que buscan seguir en la pepena, aumentando el dolor y la desesperanza del pueblo. Canillazos son para los que han construido ese andamiaje de corrupción e impunidad.