En este país hace rato que las políticas públicas y las decisiones de los gobernantes han dado bandazos entre lo ortodoxo de un sistema mixto capitalista, a otro de apertura total con más de 200 tratados de libre comercio firmados con diferentes países del orbe. En medio de ello, gobernantes populistas que han permitido todo y otros que han privilegiado la productividad empresarial.
A nivel nacional, tanto bandazo ha impactado directamente en los jóvenes que con la esperanza de “un gran escape” de la pobreza, se preparan en las aulas y al salir no encuentran acomodo en un aparato productivo insuficiente. Ser universitario ahora, no es sinónimo de tener asegurada una plaza de trabajo, y han generado una nueva casta poblacional conocida cínicamente como la generación NINI, es decir, millones de jóvenes que NI estudian NI trabajan. Preocupante situación que ha dado origen a otra lacerante realidad, la entrada de muchos de ellos a la farmacodependencia y a la violencia.
En México aún no se ha realizado un censo serio que permita conocer de qué tamaño es la masa de Ninis, pero el Banco Mundial sí se ha dado a la tarea de medir tan preocupante situación e indica que uno de cada cinco jóvenes en América Latina (más de 20 millones de personas) entre 15 y 24 años de edad, ni estudia ni trabaja. Lo anterior de acuerdo al documento generado por el Banco Mundial, llamado “Ninis en América Latina”.
Pero lo que más debiera preocupar a los gobernantes y a la sociedad mexicana es la relación que existe según el Banco Mundial entre los ninis y la violencia, ya que cada vez más el crimen organizado recluta más y más ninis, debido, según el Banco de México, a una combinación de tres factores: un incremento en la proporción de ninis hombres, la falta de oportunidades laborales para los jóvenes y un incremento en el mercado ilegal que hizo que el crimen organizado demandara más trabajadores dentro de ese grupo.
El caso es que si nos atenemos a lo que hagan o dejen de hacer los gobernantes, no mucho de lo actual podrá cambiar. En los últimos años quizá todos los presidentes, gobernadores y alcaldes, han prometido cambios. Lo hizo el PAN y la sociedad les dio la oportunidad en el 2000, y ya ve lo que hicieron. Es decir, podemos esperar sentados a un cambio que no llegará. ¿Pero entonces qué hacer?
Si pudo darse cuenta, en el párrafo previo al anterior, se dice que la preocupación por arreglar el lacerante problema que lastima al país no debe ser solo de los gobernantes sino también de la sociedad.
Es la sociedad la que debe poner un alto y amarrarse los pantalones para no elegir o permitir el arribo a las sillas del poder a personas sin principios, sin escrúpulos y sin valores. La sociedad debe primero que nada razonar su voto. Enterarse y conocer bien por dentro y por fuera a los candidatos. Es incongruente el alto porcentaje de abstención en un estado y país con un diagnóstico tan vergonzoso que a través del desempleo está alimentando las filas de un conglomerado al que después se les declare la guerra y se les busque para matarlos o encarcelarlos.
Algo tiene que hacer la sociedad, razonar el voto y ponerle marcaje personal a los gobernantes mediante sistemas de observatorios y contralorías sociales podría ser un buen comienzo.
Veracruz está próximo a elegir a su gobernante y legisladores, sería muy bueno fijarse antes de votar, por quien. |