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Hacer del servicio público un servicio alegre sí es posible: Olivia Barradas
Por: Redacción
2016-04-21 - 11:39:26 / Xalapa

Durante casi 30 años al servicio del Ayuntamiento de Xalapa, ha conocido y trabajado para trece presidentes municipales y desde las nueve de la mañana sigue recibiendo con una sonrisa a quienes llegan a solicitar algún trámite. Se llama Olivia Barradas Morales, es madre de tres, esposa, ama de casa y empleada municipal.


“El trabajo en el Ayuntamiento, desde que empecé, me gustó. Estuve 26 años y ocho meses en Recursos Humanos, ahora estoy aquí en Certificación, donde atiendo a público y certificamos las constancias de residencia que nos hacen llegar los jefes de manzana”.


Originaria de Trapiche del Rosario, municipio de Actopan, a Olivia le gusta atender al público; si vienen desanimados, trata de que se vayan mejor. Aunque una certificación es un procedimiento rápido “a veces las personas vienen enojadas, con prisa o con problemas y quieren el trabajo ya”.


Recuerda que una vez “una señora comenzó a quejarse de que por qué tenía que venir hasta acá arriba (tercer nivel). Yo la dejé que se desahogara y cuando terminó nada más le enseñé el elevador y en ese momento se soltó a las risas. Me dijo que por qué no le dije antes. ‘Señora, porque le estoy dejando que saque todo lo negativo que trae. Yo le escucho’. Se disculpó y ya se fue contenta”.


Olivia lleva tres años en esta área y también aquí tiene buenos compañeros, aunque dice extrañar a los antiguos y la convivencia que se fomentaba sin importar el nivel jerárquico. “Todos somos iguales, somos compañeros, con todos me llevo muy bien. Así me enseñaron a ser con todas las personas. Me gusta escucharlas; si quieren una opinión, se la doy”.


El don de gentes es herencia de su abuelo materno. Hace 29 años que partió don Fausto, pero sus consejos la acompañan. “Estaba enfermo, pero andaba siempre contento, muy alegre y bailador hasta decir basta. Con mi abuela, aunque ya eran ancianos, parecían niños. Era muy dadivoso, siempre traía dulces en la bolsa. Hacía bailar a los chiquillos, les daba dulces y se iban contentos”.


Esas experiencias se reflejan en su vida cotidiana y en el servicio que presta al público que acude al Palacio Municipal. “Yo trato de cumplir con lo que me corresponde, trato de hacer cada cosa lo mejor que puedo. Sí me enojo, claro, pero pasa”.

 
 
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