Los priístas sabían que el resultado electoral les sería adverso. En Veracruz estaban conscientes que sin 2016 no habría 2018. Si Héctor ganaba, ganaba Pepe Yunes. Sin embargo, más pareció una lucha del ayer contra el hoy y la de un efímero grupo político contra un caos emergente de intereses políticos nacionales y estatales. Los priistas se abatirán ahora en medio de un desorden político y desprestigio. Peña Nieto enfrentará el 2018 con un Gobierno cuestionado por la corrupción, y teniendo en contra a empresarios, la izquierda, la derecha, el clero, maestros, petroleros, y muchos etcéteras. El Gobernador Javier Duarte a menos de seis de concluir, embravece mares en el Congreso y nada casi en solitario. Difícil se ve el panorama y la recuperación política y electoral de un PRI que quiso aplicar el Gatopardismo… reformando todo para seguir igual. El pasado tiene casi hundido al PRI, secuestrado su presente y tratando de apoderarse del futuro. La izquierda y la derecha advierten que el daño a México llevará lustros repararlo y pagarlo. Toca recoger varas, después de haber tronado los cohetes. Así el PRI. Así el país.