Esta mañana en uno de los cafés de la capital, platicaban amenamente distinguidos y “combativos” priistas. El tema: la queja generalizada por la inacción, la holganza y el ocio en el Partido; que las oficinas del CDE están vacías; la falta de pagos de dos quincenas que los trae más que calientes; la falta de brújula y definiciones. “Amadeo nos contagió la abulia, estamos como aplatanados”, dijo uno. “Se tiene que ir, debió irse por congruencia el mismo día que renunció Manlio”, dijo otro. Y así sopeando las canillas en el café, también presumían que ellos no han parado, que siguen buscando juntar sus carbones para cuando llegue la hora de hacer la lumbre. Uno de ellos, entrando más profundo en la filosofía partidista dijo: creo que lo que realmente nos hace falta es dar un golpe de timón, dejar de solapar a los ladrones, denunciarlos y exigir su expulsión del Partido, plantarnos frente a Palacio y exigir que los llamados de nuestra dirigente nacional sean algo más que retórica. “¡Cállate la boca”, le contestaron, “ni en sueños… nosotros somos institucionales”. ¡Uf! Canillazos para esos priístas que se la pasan quejándose pero que en realidad siguen siendo unos agachados.