Presidentes, gobernadores y alcaldes, sin olvidar a legisladores federales y locales, se han convertido en operadores políticos del Vaticano, violando de esta forma el Estado laico, señaló Neftalí Álvarez Pérez, representante de la asociación civil República Laica, agrupación que defiende las libertades fundamentales de los grupos vulnerables.

Indicó que la Iglesia Católica está formada por ciudadanos que profesan esa religión, pero son los jerarcas católicos los que buscan incidir en las decisiones del estado que a ellos no les corresponden con el fin de mantener el poder.

Destacó que presidentes como Carlos Salinas de Gortari, que no ganó las elecciones, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, violaron el Estado laico al recibir a los Papas no como jefes de Estado, sino como líderes de la Iglesia.

“Fox besó el anillo del Papa, aquí todos ellos lo recibieron como a Su Santidad, Santo Padre. Si los hubieran tratado como jefes de Estado se les trataría como Karol Wojtyla y Francisco Mario Bergolio”, expuso.

Álvarez Pérez indicó que tanto Carlos Salinas como Vicente Fox son Legionarios de Cristo, en tanto que Enrique Peña Nieto es del Opus Dei, y han sido en la práctica operadores políticos del clero.

“Tenemos también legisladores, senadores y diputados federales y locales, gobernadores y alcaldes que han violado el estado laico, por ejemplo han consagrado algunos lugares al Sagrado Corazón, y esa es una violación al Estado laico”, apuntó.

El representante de la asociación civil República Laica destacó que cualquier autoridad no puede tomar recursos del erario para apoyar una fe religiosa porque esto representa una discriminación a los demás, pero lo hacen.

Las autoridades, recalcó, son los operadores políticos del clero y están haciendo que el país vuelva a un estado confesional y pluriconfesional.

Puntualizó que un Estado laico no es antirreligioso, es el garante de la igualdad, la paz, la dignidad humana, porque esa libertad y derechos fundamentales son anteriores a la Declaración de los Derechos del Hombre y de la Declaración de los Derechos Humanos, pero el clero sólo busca retomar poder y fuerza.