El líder del CEN del PRI, Enrique Ochoa Reza, tuvo algunos tropiezos que originados por sus “coordinadores” de giras, pero sacó airosamente su visita a Veracruz. Para empezar tuvo problemas con la prensa, pues gran parte de ésta se sintió excluida y sacaron virulentas notas en las que destacaron ese supuesto “desplante”, cosa que no fue así, pero la percepción quedó. Posteriormente, durante el encuentro programado con la clase priísta, ésta se vació en dos horas de las quejas y los llantos que traían en las alforjas. Ochoa escuchó y tomó notas de todo y encontró un PRI veracruzano dolido, golpeado, pero que no está despedazado ni dividido, salvo por los pepistas y hectorístas, a pesar de que los dos senadores se esmeran en decir que están más unidos que nunca. Se vio bien la presencia de Flavino Ríos y de Américo Zúñiga. Amadeo firme, aunque lo zopiloteen. Por cierto, que muchos asistentes vieron la asistencia del líder nacional de la CTM, Carlos Aceves del Olmo, como una presión para empujar a su sobrino, Carlos Aceves Amezcua. No fueron pocos los priístas que se preguntaban, ¿Y al sobrino quién lo conoce? Allá ellos, si quieren matar al PRI, que lo pongan. La inmensa mayoría coincidió en que Amadeo se debe quedar pues ya falta muy poco para el inicio del proceso electoral de las municipales. Por cierto, lo que se llevó la nota del día fue el pleito que se aventaron Gladys Merlín y su hija Karla Enríquez vs los hermanos Vázquez Parissi, a quienes acusaron de no ser auténticos priistas y de traicionar al partido en este proceso pasado y de paso les echaron la culpa de la dolorosa derrota.