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UN INFIERNO LLAMADO: SURREALISMO DUARTIANO
La realidad Duartiana supera al surrealismo abstracto y al figurativo
Por: Francisco Licona
2016-11-04 - 14:41:44 /

Las irregularidades de Javier Duarte son la cifra más alta que ha detectado la Auditoría Superior de la Federación en su historia. Desde el año 2000, cuando ésta nació, jamás se había visto algo similar. Juan Manuel Portal, titular de la ASF, dijo que las irregularidades ascienden a más de 35 mil millones de pesos y que éstas han ameritado 54 denuncias penales en contra del cordobés gobernador con licencia, hoy prófugo de la justicia.


Desde hace meses leíamos que los veracruzanos habíamos perdido la capacidad de asombro, que ya nada nos podía sorprender… ¡Qué va! Como si fuera un infinito time-line, cada día nos enteramos de nuevas y más groseras abyecciones. Televisa y el periódico Reforma, parecen ser los portavoces exclusivos de los atropellos a los que fuimos expuestos durante doce años de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa. Las palomitas de maíz se agrian en la boca cuando observamos este ‘tráiler’ de corrupción y engaños.


Son tantos los temas que ya resulta imposible diferenciarlos todos. Los atracos se disuelven de facto como diluyó Finanzas los recursos en la “licuadora” de SEFIPLAN. Se habla de 35 mil millones de pesos detectados por la ASF; de miles de millones detectados en empresas fantasma; de miles de millones detectados por el ORFIS -que son otros y muy distintos a los de la ASF-; de miles de millones que no se le transfirieron a los ayuntamientos; de miles de millones que quedaron a deber; de miles de millones gastados en mansiones, viajes, vinos, licores y excesos; y de millones que seguramente jamás nos enteraremos, sin dudar ni un poco que haya cuentas millonarias de scorts y prostitutas (ojalá no haya llegado a tanto la lujuria, aunque ¿Podría dudarlo?).


Al final de su administración Javier Duarte no estaba enfermo… estaba ausente. Tenía deterioros repentinos de conciencia que se le fueron haciendo cada vez más prolongados. Lo que comenzó como breves episodios se alargaron por horas y días completos. Javier Duarte interrumpía sus actividades y se quedaba estático viendo al horizonte sin papadear siquiera, no escuchaba, veía sin ver, y cuando volvía de sus ausencias eventualmente no recordaba lo que había pasado. Eso le generaba paranoia y evadía la realidad. En los últimos meses, aún con la desgracia encima, siguió robando sin prepararse para el futuro. Su ausencia lo mantuvo en un impasse entre la realidad y su ficción. Entenderlo habría significado abismarse a un infinito espiral de soberbia y negación.


Hubo muchos que advirtieron que el destino de Javier Duarte era el precipicio y en ocasiones se lo hicieron notar, pero ante las ausencias prolongadas del Gobernador, desistieron y tomaron distancia. Otros, también lo notaron, pero hábiles para lo malo, se aprovecharon y se unieron a la rampante rapacería colectiva. Hoy, pocos de los que son o fueron sus Secretarios, Subsecretarios, Directores Generales y otros niveles con poder, pueden realmente transitar con honor por ese pantano surrealista llamado Javier Duarte, el hombre que personalizó un marasmo oscuro que engulló trayectorias y perturbó conciencias. La mayoría de sus colaboradores directos no habla, y si hablan, escupen para arriba.


Los demás, la población veracruzana de a pie, aquí seguiremos sorteando la tempestad y viviendo la anarquía, no hay de otra. Javier Duarte perdió toda representación figurativa de su realidad y, nos dejó su propio infierno a que los vivamos y suframos. Un infierno y un Universo propio llamado Javier Duarte. No hay forma de decir que hemos perdido la capacidad de asombro… Javier Duarte cada día nos sorprende más. Vivimos en el Surrealismo Duartiano.

 
 
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