En los cafés los sabios de la política no se ponen de acuerdo con lo que hace Antonio Pino. Unos lo ven como una exigencia justa y decorosa, y otros tachan a los Canacintros casi de pandilleros por andar gritando y lloriqueándole al Gobierno para que les pague y los auxilie este fin de año. Se supone que las empresas privadas tienen sus propios canales de financiamiento y de apalancamiento y no tendrían por qué esperar a que el Gobierno les resuelva el problema, y en su defecto, si el Gobierno les debe, también tienen vías de solución jurídica. En los cafés hay algunos maledicientes que piensan que si lo que buscan los empresarios es quitarse el golpe y decirle a sus empleados y trabajadores que no habrá aguinaldos, o al SAT que no habrá pago de impuestos porque el Gobierno del Estado no les paga… pues peor, porque ese no es problema de ellos. Así las cosas en la opinión polarizada en los cafés. Sin embargo, en lo que sí parecen estar de acuerdo los sabios bebedores es que no ven congruente que a Flavino hasta le incendiaron autos frente a SEFIPLAN y ahora ya no se escuche ni una sola queja airada. Este fin de año el problema es de los empresarios pues si no pagan aguinaldos o sueldos, sus empleados irán a la Junta de Conciliación a quejarse y les tendrán que pagar. La ruta jurídica es la que deben seguir los empresarios o cuando menos continuar en el mismo tono de reclamo, pues no vaya siendo que los trabajadores piensen que sólo montaron un circo político o que alguien los cilindreó para desestabilizar al anterior gobierno.