Ante los reiterados fracasos de la lucha en las trincheras, desde donde se salpica de sangre a inocentes ciudadanos que ni la deben ni la temen, parece que los “acuerdos” entre “buenos” y “malos”, volverán a ponerse de moda. En Oaxaca, en un dos por tres, Alejandro Murat apagó el fuego que por años mantuvo en pugna al gobierno estatal con los maestros de la CNTE, sacó la chequera y los puso a salvo de las evaluaciones, es decir, entregó la plaza, igualito que antes cuando los maestros gobernaban y saqueaban a sus anchas las arcas públicas. Por otro lado, en Guerrero el gobernador Héctor Astudillo ya no se pelea con los delincuentes; “concilia” y “se ha convertido en el mediador entre delincuentes”, se apunta hoy en la columna de F. Bartolomé del Reforma. Pero que no lo engañen, el Estado no pierde cuando mueve el avispero, sino cuando se negocia lo innegociable… y en Veracruz, ¿Cómo la ve? ¿El nuevo gobierno negociará con los delincuentes o los saqueadores para poder gobernar en paz?