Una burla, eso es lo único que representa lo publicado este día por un medio nacional que tuvo acceso a los gastos de Karime Macías, esposa de Javier Duarte, y que informó que ésta se gastó 8 millones de pesos en exclusivas tiendas de ropa, perfumerías y misceláneas.

Es imposible desligar la indignación de la burla, es imposible separar la realidad de los millones de veracruzanos que viven en la desgracia de la pobreza extrema, del mundo de ensueño que vivió y construyó la Familia Real Duarte-Macías. 

Son millones los veracruzanos sin acceso a empleo, trémulos poseedores de tierras sin apoyo de programas públicos... millones que viven de milagro, y en pobreza alimentaria, desnutridos y sin esperanza alguna. Así como es difícil imaginarse tanta pobreza, también hay millones que les resultaría difícil imaginarse lo que representan tantos millones. ¿Y en ropa? ¡Caray!

La noticia de los millones gastados por Karime en ropa, ya ni siquiera tiene tanto peso legal. Esos millones son una raya más al tigre, pero sí representan una ofensa más, es igual de feo que patear al caído, equivale a escupir al vencido, estereotipa la voracidad del político. 

No basta con calcular qué se hubiera podido hacer con tantos millones, pues el daño al erario es inconmensurable. Es darse cuenta de la suntuosidad y el despilfarro, el egocentrismo y la perfidia. Es enterarse a cuentagotas de lo que pasó en Veracruz. Es preguntarse ¿Si eso es de lo que por fin nos estamos enterando... qué tanto nos seguirán escondiendo?