La consigna es clara: ningún ex duartista podrá ser candidato a alcalde en el estado de Veracruz, aunque varios de ellos, con actitud sobrada y soberbia, digan que a pesar del sello maldito ganarían en las urnas, incluso "dos a uno". 

En las campañas veracruzanas los candidatos se curarán en salud diciendo, una y otra vez, los miles de atropellos que Duarte hizo durante su gestión. Será el argumento más socorrido, y también, el menos eficaz: golpear al prófugo es ya tan cotidiano, que a estas alturas del año, cualquier cosa que se diga será "otra mancha más al tigre".

Ningún partido quiere tener a ex duartistas en la boleta para el 4 de junio. No necesariamente porque sean muy malos, sino porque son material perfecto para el "bullying" electoral. 

"No seas duartista"; "te pasas de duartista"; "eres un duartista"; "hijo de Duarte", "sí mereces ser duartista, sí mereces ser duartista, sí mereces ser duartista", "te me estás javierduarteando", son algunas de las frases usadas para ofender o burlarse de alguien. En Veracruz somos hábiles mofándonos de nuestras desgracias, incluso de la más reciente: Javier Duarte. 

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