En estos días de Semana Santa son la oportunidad perfecta para descansar y leer un poco. La vida cotidiana a veces nos impide tener una agradable lectura pues el trajín diario lo impide no en pocas ocasiones.

Estos días de guardar también permiten sumergirnos en otros mundos, en levantar el vuelo desde cualquier camastro y viajar sin salir de la habitación.

Pero para vacaciones o descansos cortos como estos días de Semana Santa, hay veces que es importante el poder elegir bien, pues hay veces que se piensa en libros cortos por la oportunidad de poder leerlos entre la alberca y las comidas, y es común despreciar los libros voluminosos por el miedo a no terminarlos. Sin embargo, un buen libro de cientos de páginas, si realmente te envuelve, puede ser más fácil de leer que uno de cien que sea complicado.

En un artículo publicado en hipertextual.com, Victoria Pérez escribe:

“No elegiría libros difíciles o espesos. Todos tenemos el mismo tiempo para leer, el truco es invertirlo en eso y no en otra cosa, por tanto, por defecto, implica decir que no a muchas otras ocupaciones posibles. En vacaciones, el libro compite, más aún, con otros estímulos que pueden ser más interesantes, así que si tomamos la tarea de leernos un libro que es duro, en un periodo de supuesto descanso, se nos hará más cuesta arriba de lo ya de por sí normal”.

En el mismo artículo establecen que “depende de a dónde se vaya, si va a tener tiempo de leer, ya sea porque el propio desplazamiento da para ello y no conduce, ya sea porque haya decidido que le va a dedicar tiempo a leer durante el viaje esté donde esté. En ese sentido, convendría que se hiciese una idea de cuántas páginas calcula que leerá cada día para saber cuántos libros llevarse. Si son de papel, claro; si son e-books, se quita el problema. Aunque de todos modos tenga que seleccionarlos”.

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