En su primera novela la poetisa holandesa Hagar Peeters cuenta la historia de Malva, la hija ocultada por el poeta chileno Pablo Neruda, a quien cataloga como un hombre "hipócrita y extraño, pero también sensible" tras conocer la relación que mantuvo con la niña y las razones por las que nunca la reconoció en público.
"Al escribir esta novela pude conocer a Neruda como un hombre más completo, pues para mí era un héroe perfecto. Ahí comprendí que la humanidad no es así, porque todos somos humanos y tenemos un lado imperfecto", dijo Peeters, una de las mejores poetas holandesas de su generación, en una entrevista con Efe en Bogotá, donde participa en la XXX Feria Internacional del Libro (Filbo).
"Malva", narra la historia de la hija que tuvo Neruda (1904-1973) con la holandesa María Antonieta Hagenaar "Maruca" y la única que tuvo en sus 69 años de vida el Nobel de Literatura de 1971.
Nacida en 1934 en Madrid y fallecida ocho años después en Holanda a causa de una hidrocefalia, Malva Marina fue mantenida en el anonimato por su padre, quien no podía soportar el hecho de tener una hija enferma que dejara su éxito profesional en un segundo plano.
"Neruda sabía que criar a un hijo enfermo no era fácil, y además comprendió que Malva le quitaría la atención y respeto que su éxito como poeta le había otorgado", señaló Peeters.
La poeta, nacida en 1972 en Amsterdam, descubrió la historia de Malva durante un viaje a Chile hace 10 años, pues todo el mundo hablaba de ella debido a que, justo un año antes, la tumba de la pequeña había sido encontrada en un pequeño cementerio holandés.
Según Peeters, Neruda sentía un gran desprecio por la pequeña, como refleja una de las cartas que enviaba a sus amantes en la que describió brevemente a su hija.
"Es un ser extremadamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos", señala el pasaje de la carta de Neruda, que evidenciaba la frialdad con la que describía a su hija, cuya enfermedad le hacía gracia en vez de darle lástima.
"La llamaba punto y coma por su hidrocefalia, pues ese signo de puntuación representaba su cabeza y su cuerpo", agregó.
La forma en la que Neruda habló de su hija inspiró a Peeters para darle al personaje no solo una voz que reprochara el abandono de su padre sino otra que intentara comprender la razón por la que nunca intentó conectar con ella ni experimentar el cariño paterno.
"Para mí era importante crear la voz de un personaje que pudiera entender a su padre y que quisiera saber quién era y lo que pensaba, pero a la vez buscaba resaltar esa rabia que sienten los niños cuando su padre no les presta atención. Esos dos aspectos cumplieron un objetivo claro: darle humanidad a Malva", afirmó Peeters a Efe.
La poetisa confesó que, en un primer momento, quiso escribir la historia de Malva en clave de poesía, pero no funcionó debido a la complejidad del personaje.
Según relata, logró identificarse con Malva debido a la relación que mantuvo con su propio padre, el periodista Herman Vuijsje, en sus primeros once años de vida, época en la que este nunca estuvo presente debido a sus viajes por Latinoamérica.
"Viajaba mucho para retratar la pobreza en Latinoamérica, cosa que también hacia Neruda. Esa fue la razón por la que lo consideré un héroe: porque quería dar voz a la gente sin voz", subrayó.
A partir de ahí, la poetisa descubrió "la hipocresía" de Neruda, pero también "aprendió a comprenderlo", pues entendió la dificultad que le supuso tener contacto con una niña que iba a morir pronto.
"Fue ahí cuando comprendí que Neruda también era un ser humano, pues descubrí que, al igual que todos, tenía miedo a relacionarse con alguien moribundo. Ese sentimiento lo dominó por completo y no le dejó relacionarse con su hija como lo hacía con los pobres a los que daba voz en sus poemas", concluyó.
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