El golpe de Estado contra la Asamblea Nacional elegida legítimamente en diciembre de 2015 fue perpetrado con la elección de una nueva Asamblea Constituyente con una mayoría oficialista al 100%.

Con esto de su lado, el Presidente venezolano Nicolás Maduro podrá imponer una nueva Constitución a su antojo y sin reparo alguno.

Por eso y por muchas acciones más como la muerte de un centenar de jóvenes en cien días, es que resulta inverosímil lo dicho por Maduro en un encuentro con los recién electos asambleístas constituyentes.

“A mí me dicen dictador. Ustedes saben que yo no tengo nada de dictador, pero a veces provoca convertirse en uno frente a los especuladores hijos de la gran madre”.

Estados Unidos, la Unión Europea y una decena de países latinoamericanos como México, Colombia, Argentina y Perú anunciaron que no reconocen la Constituyente por considerarla una amenaza a la democracia y solo países como Rusia y Bolivia la respaldan.

Lo que vive Venezuela, desafortunadamente, es ya una Dictadura.