Si como político no te zopilotean el puesto… fracasaste como político. En cuanto alguien comienza a despuntar y a desflorar las cualidades de un hueso, como gavilanes le salen posibles sustitutos, fechas fatídicas de renuncias y una cascada interminable de comentarios negativos.
En Veracruz a dos personajes los han zopiloteado como a pocos: a Renato Alarcón Guevara, líder estatal del PRI; y a Ángel Isaac Ochoa Pérez, Delegado de Gobernación.
Ángel Isaac es descrito como un cero a la izquierda, la nulidad andando, el enemigo consciente o inconsciente del PRI, el chivo en cristalería que todo lo rompe y hace trizas, pero curiosamente antes de él los delegados de Gobernación habían sido unos completos desconocidos que llegaban a Veracruz a echar la fiaca y a sacarse la tierrita umbilical.
Ochoa Pérez no entiende de dónde viene tanta crítica, y en honor a la verdad -como me confió- ni le preocupa, él asegura estar haciendo la labor que le encargó Miguel Ángel Osorio Chong y sabe que no es monedita de oro. Sin que yo se lo pidiera saca de su celular una imagen y me da su teléfono, Mira Atticuss, este es mi recibo de pago, ni siquiera entiendo porqué quieren tanto mi puesto, esto es lo que gano. Lo reviso y le pregunto, ¿Esto es a la semana? Ángel Isaac se ríe y le da otro trago a su horchata helada. Ya quisiera -dice-, es a la quincena, pero no solo eso, hay servicios de la oficina que yo tengo que cubrir de mi sueldo y nadie dice que de mi dinero mandé a arreglar las instalaciones que estaban hechas una verdadera tristeza. Miro nuevamente su talón de pago y no, no me da tristeza, tampoco es poco para un mortal cualquiera, pero tampoco es tanto como para tanto desgreñadero.
A otro político que lo han cafeteado hasta el cansancio es a Renato Alarcón Guevara. Es a decir de muchos un insensible, un monigote sin fortaleza, el artífice de todos los males del partido. Pero resulta que Renato no fue el que hundió al PRI, antes bien evitó que el casco se fuera al fondo del océano. ¿Que se va a ir? ¡Claro que se va a ir! Pero como él dice “Uno no se va cuando quiere, sino cuando se lo piden”, y en el CEN del PRI Enrique Ochoa Reza lo tiene en muy buena estima.
No podría ser de otra forma pues los hechos lo demuestran. Ochoa Reza le pidió hace unas semanas que lo viera en su oficina y allí le soltó su última encomienda. Renato -le dijo Ochoa-, de todos los dirigentes estatales tú eres el único que le entiende a eso de las elecciones por bloques, ayúdame, dale una plática a todos los dirigentes estatales del país para que le entiendan a esa cosa. Y sí, Renato se trabó y hace dos miércoles les explicó con palitos y bolitas a los treinta y dos dirigentes estatales del PRI en qué consiste el tema de la elección por bloque que ya se llevó a cabo en Veracruz este 2017 y que para los demás estados es algo completamente desconocido.
A Renato le ha tocado -de entre todos los presidentes estatales que ha tenido el PRI- bailar con la más, pero la más, más fea. No tiene gobernador que lo respalde, el crédito priísta está por los suelos, se perdió la gubernatura y la inmensa mayoría de las alcaldías, no tienen dinero y el poco que tienen por prerrogativas se lo quitan por las multas, y ahora resulta que todos son críticos y que todos son unas blancas palomas y que todos siempre han sido blancos y puros y que los puercos son los que hoy aún están de pie.
Ángel Isaac Ochoa Pérez y Renato Alarcón Guevara tendrán sus pecaditos y pecadotes (tampoco son la Madre Teresa), pero a los ojos de sus jefes están cumpliendo y están brillando. Y ese es el problema de los políticos, que cuando brillan despiertan celos y envidias, y hay siempre mezquinos que no soportan que alguien brille más que ellos mismos.
¿Cuándo se van? Pronto, uno o dos meses, pero si se van será porque sus jefes así lo deciden en función de movimientos y aspiraciones nacionales, y no por los gritos y sombrerazos a los que, por cierto, ya se están acostumbrando.
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