Fuentes del CEN del PRI me aseguraban desde principios de noviembre que Enrique Peña Nieto ya había tomado su decisión de enviar a José Antonio Meade. Mi Director, Francisco Licona, desde principios de ese mes escribió una nota que tuvo más de 150,000 lecturas y que tituló “Meade, candidato; Osorio, al PRI; Nuño, Coordinador de Campaña”.
Esto es, desde un mes antes, fuentes muy confiables nos habían confirmado la especie y pese a eso el Presidente se demoró casi un mes más en develar la incógnita. Las uñas se mordían, las pastillas de Prozac circulaban, mientras kilómetros y kilómetros de textos se escribían. Todos los mortales nos preguntábamos, ¿Por qué demonios no decide de una vez Peña Nieto?
¡Oh qué atrevida es la ignorancia! Peña Nieto ya había decidido pero estaba jugando con México elevando en el ansia y la expectativa lo más arriba posible. El PRI, como el América, sufren del mismo mal. La mitad de México no los quiere, pero están atentos a lo que suceda con ellos.
José Antonio Meade llegó impactando con la fuerza de un huracán categoría 5. La mayoría de los columnistas y medios de comunicación se han ocupado de él las últimas semanas y lo seguirán haciendo. Pero esto no fue fortuito, fue una medición fría y calculada de Presidencia. Soltaron a los búfalos en el momento justo y como una manada inmensa de ñus los priistas se alinearon al ungido y los no priistas comenzaron a temerle.
Escuché a muchos analistas que decían que Peña Nieto estaba “instruido al viejo estilo priista”, joy joy joy, deberían prestar para andar igual. Peña Nieto ha modernizado las prácticas priistas. Tuvo todo el tiempo un “tapado destapado” y solo no lo vio quien no quiso verlo. Claro, todo podría haber pasado a última hora y Osorio se pudo haber colado, ¿Qué le hacemos? La política la hacen los políticos y a nosotros nos queda solo registrarla.
En Veracruz parece que el tema también va para largo. En estricto sentido los aspirantes a candidatos tienen hasta enero para registrarse como precandidatos, y la decisión por más que quiera adelantarse se llevará con la misma tónica que la presidencial. Seguirán manteniendo en vilo al respetable para que al final, cuando haya un “destape”, todos los priistas se unan a una sola voz.
Dicen que habría fractura si va Héctor; no lo creo. Aun así hoy estimo que el candidato será Pepe Yunes y que la intención es precisamente despertar el ansia y que los kilos de Prozac se consuman.
¿En qué escenario no iría Pepe? No iría solamente si Pepe Meade lo requiriera. Si Meade le pide que se adhiera a su campaña, Pepe Yunes dejaría de lado sus aspiraciones personales en función de un proyecto de nación… y sólo así entraría Héctor.
Lo que hoy quiere Héctor son sueños de opio. Pide encuesta cuando el PRI por convenciones nacionales y estatales han aprobado el método de Convención de Delegados.
Lo que hoy quiere Pepe es que los tiempos corran para que su destino se decante y enarbole la candidatura priista. Pepe diría hoy -como dice la canción de Carlos Gardel- “fumando espero”.
El comal está para bollos, pero el agua todavía no está como para chocolate.
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