Sustentado en los datos duros de cada partido, el histórico electoral y las tendencias, sondeos y percepciones que guarda la ciudadanía, conforme se acerca la fecha de la jornada electoral del primero de julio se empiezan a definir finalistas.
A nivel república habría que considerar para no ir más lejos, que en los anteriores tres procesos electorales vividos, el resultado final implicó cambios dramáticos respecto a lo que arrojaban las cifras en febrero.
El histórico nos muestra que, en dos casos, perdió la elección el presidenciable que encabezaba las encuestas, en uno, mientras que en el otro, el marcador se modificó en casi 16 puntos.
Más claro aún.
En el 2000 el aspirante priista Francisco Labastida Ochoa llevaba el 39% de la intención de voto en tanto que Fox solo el 32%, ¿Quién ganó?... ¡Fox!
Mientras, en el 2006 Andrés Manuel López Obrador que iba 6 puntos arriba del chaparrito Felipe Calderón terminó perdiendo por medio punto producto del voto del miedo que produjo la lapidaria frase de que “El Peje es un peligro para México”.
Ya para el 2012 Peña Nieto con una ventaja abrumadora de 15.3 puntos respecto a Josefina Vázquez Mota y un 22.6 del Peje, apenas le gana a este por 6 puntos.
Conclusión:
En los últimos tres procesos electorales no ha habido un solo caso en que no haya cambios significativos en la intención del voto durante las campañas.
¿Cómo se traduce esto?
Dice el acreditado analista del El Financiero Enrique Quintana, que las campañas arrojan que el resultado electoral no es inercial a las tendencias que se aprecian meses atrás.
Así, si hoy vemos 22 puntos arriba al Peje, la tendencia –dice el histórico- se ajustará a tercios con victorias apretadas que se dirimirán en los tribunales.
Para el analista y estudioso Jacobo Domínguez las tendencias, al igual que las encuestas, son como una fotografía “es como una película en donde ninguna escena nos asegura cual va a ser el final. Todas las películas son sumas de escenas”.
En Veracruz algo similar habrá de suceder.
Es el efecto espejo.
Estamos hablando de una supremacía priista por 86 años hasta el 2016 cuando las disputas internas entre la clase en el poder y el disgusto del gobernador Javier Duarte por la imposición de Héctor Yunes Landa dieron lugar a que el mandatario, hoy en el frescobote, jugara con Morena empujando a la derrota a Héctor.
Eso fue y no otra cosa.
El descrédito contra el duartismo crispado por el opositor Miguel Angel Yunes Linares, de la mano del voto de castigo producto del enojo ciudadano –ese votar con el estómago- llevó a la caída del PRI por 180 mil votos, es decir por solo tres puntitos y fracción.
Sin embargo, el voto duro, el voto fiel dirían los clásicos, ahí está para jugar de nuevo de cara a la otra realidad.
A querer o no y a pesar del “efecto Peje”, el descrédito del alcalde de Xalapa, Hipólito Rodríguez ha calado en el ánimo ciudadano, mientras Cuitláhuac García se ha convertido en todo un caso.
Nomás no entra.
Ni con fórceps penetra en el ánimo ciudadano que aún lo recuerda en anteriores campañas vestido de payaso antes de iniciar los mítines entreteniendo con gracejadas a los asistentes. Eso es lo que se tiene en el imaginario colectivo de este muchacho rarito.
Del lado del gobierno estatal con toda la lana de mundo, pastoreando a garrotazo limpio a los impuros del duartismo, amenazando a diestra y siniestra y comprando conciencias, llegó a su techo.
El chavo Yunes Márquez, hijo de Miguel Angel Yunes Márquez sigue sin crecer y la desesperación agobia.
Y para el que viene desde atrás Pepe Yunes, puja que avanza. La marca lo marca. Ha escogido, sin embargo, el camino de acreditarse más como persona honesta y con conocimientos para sacar del hoyo a Veracruz, que como representante de un partido que ha sido severamente cuestionado.
Ello le ha permitido avanzar al segundo lugar.
Ya por lo pronto se dice en los mentideros políticos que un equipo de campaña de gente honesta y especialistas en su tema será dado a conocer la próxima semana por el propio Pepe.
Tic, tac…
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |