Platiqué con el nuevo Presidente Nacional del PRI, René Juárez Cisneros, y me dijo, entre otras cosas, que sería ilógico negar la complicada realidad que vive su partido ante la elección que se avecina. Aún así, el ex gobernador de Guerrero asegura buscará recuperar el mayor número de votos que pueda para el tricolor.
Con un estilo distinto al de su antecesor, Enrique Ochoa Reza, con quien también charlé en varios momentos, René Juárez no quiso polemizar respecto a la candidatura de Miguel Yunes Márquez y su parentesco con el Ejecutivo estatal.
Juárez cree firmemente que tanto José Meade como Pepe Yunes son los mejores candidatos para buscar ganar, cada uno desde su trinchera. Queda claro que el guerrerense llegó para buscar conciliar con aquellos grupos priístas que a pesar de serlo siempre, podrían no votar en esta ocasión por el tri.
Juárez es del equipo de Miguel Ángel Osorio Chong. Se desempeñó como Subsecretario cuando el oriundo de Hidalgo era titular de Gobernación. El hoy dirigente tricolor es quizá un enviado de su ex jefe para retomar los hilos hacia un nuevo proyecto.
Por otro lado, Juárez se parece más a Meade en lo conciliador y no confrontante, aunque frente a la contundencia de un Damián Zepeda, líder nacional del PAN, o de una Yeidckol Polevnsky, de Morena, varios podrían pensar que el recambio tricolor debió apuntar hacia alguien más agresivo.
Enrique Ochoa, con su estilo directo y pullante, ante la incredulidad inicial de muchos, logró avances que el priísmo nacional no pensó pudiera alcanzar, entre ellos, la lucha por desligar a los ex gobernadores corruptos del tricolor, en los inicios de la guerra electoral.
Me queda claro que René Juárez fue puesto para colocar analgésicos en algunas heridas y recobrar el voto duro. Si el PRI logra asegurar el sufragio total de sus organizaciones, aunado a lo extra que consiga en los estados, podría cuando menos librar lo que muchos ven como una debacle electoral del tricolor.
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