Muchos pensaron que el debate -no oficial- del jueves en la XEU había sido una especie de pre-debate, una esgrima política de calentamiento en la que los candidatos tuvieron oportunidad de tirar el miedo y que el debate oficial del viernes sería mucho mejor; pero se equivocaron, lo de la noche del viernes resultó un terrible desencanto.
A pesar de que los candidatos tuvieron más de 24 horas para corregir errores y mejorar la exposición de sus propuestas y hasta sus ataques, la verdad es que repitieron las mismas cantaletas y solo refritearon lo que dicen en sus spots publicitarios.
Lo menos que debieron hacer es ver el video del debate anterior y pedir consejos sinceros a sus asesores. Si lo hubieran hecho, otro gallo les hubiera cantado en el primer debate oficial.
En realidad éste fue un debate de cantaletas, de ataques ramplones a los que ni siquiera les sacaron jugo y por lo mismo carecieron de espectacularidad. Propuestas sí hubo, algunas muy buenas pero muy mal expuestas y peor explicadas, tomando en cuenta que la mayoría del auditorio desconoce cómo se pueden traducir a partir de políticas públicas y cómo le pueden beneficiar a sus bolsillos y a su economía.
Sin embargo, igual que en la XEU, desde los cuartos de guerra trataron de hacer pensar a sus seguidores no solo que su candidato había ganado el debate sino que lo había hecho contundentemente. Nada más alejado de la realidad.
Quien lo afirme es muy su criterio, pero a la vista no hubo elementos para sostener que hubo un ganador del debate organizado por el Organismo Público Local Electoral de Veracruz, por cierto, muy bien moderado, con piso parejo para todos los candidatos y se respetaron los tiempos y el formato, tal y como acordaron los representantes políticos de los candidatos.
En los cuartos de guerra no hubo quejas de la organización del debate, pero en lo sustantivo los candidatos nos dejaron con las ganas de algo mejor, a la altura de las circunstancias.
Explico.
Las estrategias que los candidatos utilizaron en los dos debates fueron muy similares e insistentes.
Miguel Ángel Yunes Márquez y July Sheridan se desbocaron contra Cuitláhuac García Jiménez, quizá porque lo consideren como el puntero o el enemigo a vencer pues hacia él enfocaron casi todas sus baterías.
Una estrategia equivocada desde nuestro punto de vista, pues hasta ahora las encuestas a disposición de los mortales, no han sido determinantes de que el candidato de la coalición ‘Juntos Haremos Historia’ tenga una ventaja considerable y haya que bajarlo de la punta. O al menos no con la ventaja que a nivel nacional lleva Andrés Manuel López Obrador donde sí se justifica que los demás candidatos traten de bajarlo a como dé lugar.
Al menos no se ve esa clara ventaja en el caso de Miguel Ángel Yunes Márquez, a quien incluso algunas encuestas lo colocan como el puntero. No se explica entonces que su estrategia se haya diseñado en ese sentido.
Solo así se justificaría su estrategia, de la que por cierto, fue de dónde más puntos negativos cosechó en el debate de la U; pues fue tan marcado su afán por ridiculizar a Cuitláhuac García con el ‘mío, mío, todo es mío’, que en el pecado llevó la penitencia.
A menos, claro, que Yunes Márquez y Sheridan tengan por ahí sus propias encuestas que así lo indiquen.
Por su parte July Sheridan preparó su debate con la misma estrategia del día anterior, solo que ahora se olvidó un poco de los otros adversarios y se le fue a la yugular al MORENO cuyo silencio hizo crecer las críticas de la panalista, pues ésta ni siquiera se percató de que el debate no solo se trasmitía por televisión sino también por radio, y sus cartulinas no debieron surtir el mismo efecto en públicos diferentes.
Además, el afán de bajar a Cuitláhuac -insisto, no sé de dónde- traslució en Sheridan internas emociones, malos recuerdos y frustrados sentimientos hacia su ex partido MORENA, lo que en política deja más daños que beneficios, pues de llegar al poder se gobierna para todos, sin odios ni rencores y si Sheridan está tan sentida con MORENA, Cuitláhuac o sus simpatizantes, ¿Cómo podría llegar a gobernar sin distingos? Es pregunta.
Luego entonces: ¿Será que Cuitláhuac en realidad es el puntero y solo Yunes Márquez y Sheridan son capaces de verlo?
Por otra parte, Cuitláhuac García Jiménez no mostró nada nuevo ni sorprendente para el público de segmentos sociales y económicos ortodoxos o conservadores de la liturgia de gobierno. No habla bien, se contradice en sus conceptos, denota falta de cultura y preparación académica. No se comporta -dijo Sheridan- como alguien que ha estudiado maestrías y doctorados en el extranjero, y menos se le ven tablas en el escenario como quien ha sido catedrático universitario por casi 20 años.
Cuitláhuac se compromete a corregir lo que ha flagelado al pueblo durante muchos años. Promete -aunque nadie en su sano juicio pueda asegurar que lo consiga- luchar e ir con todo contra la corrupción, la injusticia y la impunidad.
Es decir, Cuitláhuac juega con el marcador y trata de llegar al corazón de los votantes.
Hoy en día, los excesos y corrupción cometida en los sexenios de Fidel Herrera y Javier Duarte han sido tan publicitados que hasta los veracruzanos recién nacidos traen en la sangre los genes de odio y rechazo hacia esos políticos y sus partidos que abusaron y se burlaron de su buena fe de llevarlos al poder.
Eso es lo que explota Cuitláhuac y muy bien. Por ello, mientras en los debates persistan en la misma estrategia lo harán mártir, víctima y caudillo de las causas perdidas.
Esa estrategia ha sido en los dos debates como una levadura que lo puede inflar y darle más votos de lo que se se pueden imaginar quienes hoy lo ven como puntero.
Esa estrategia podría configurarlo como el ganador de los debates, y en una de esas de la elección.
Pero lo pongo más claro: tampoco se vio a Cuitláhuac como ganador de los debates, a veces no siempre quedarse callado es lo mejor, pues el que calla también otorga.
Y quizá eso sí lo ha visto Pepe Yunes, pues él ha puesto en práctica una estrategia diferente. Podrá o no darle el resultado que espera, pero eso ya es otra historia.
Pepe Yunes se presentó en los dos debates como el candidato de las propuestas, sin entrar frontalmente en pleitos callejeros, aunque si contrasta sus propuestas contra las demás, en cuanto a que las suyas son más realizables, congruentes, pensadas y financiables anteponiendo en cada una de ellas experiencia y honestidad en su vida pública y política.
Pepe ha puesto en la mesa del debate un punto muy importante, que Veracruz lejos de estar mejor de como lo dejó Javier Duarte. Hoy está peor en cuanto a su economía, empleos, salud, el medio ambiente, la inseguridad especialmente en cuanto a secuestros y delitos del fuero común.
Es un muy buen discurso y estrategia de debates, él es un tribuno por excelencia pero resulta imposible por ahora saber a cuánta gente le estará llegando su mensaje. El discurso de Pepe no hace ganar debates, no mueve masas ni llega tan rápido al corazón de los votantes, pero podría llevarlo a ganar la elección siempre y cuando haya tiempo para que sus palabras lleguen al raciocinio de los votantes y en los siguientes días se suelte el pelo y con unos cuantos ajustes –sin suprimir la estrategia hasta ahora utilizada- para tratar de mover más las emociones de los veracruzanos.
Si ello sucede quizá sus seguidores puedan ver a Pepe jurar en el Congreso como el nuevo gobernador de Veracruz. Sin embargo, tampoco podría asegurar que Pepe ganó el debate.
Para quien esto escribe no hubo ganador ni algo nuevo bajo el sol en los debates de la XEU ni en el del OPLE. |