De pronto. De la noche a la mañana. Al amparo de la clandestinidad, del acuerdo en lo oscurito, 400 mil sufragios –la reserva del voto duro priista- migraban a Morena.
Los sectores obrero, campesino y popular; la reserva territorial, los maestros y organizaciones empresariales que juraron amor eterno a Pepe se fueron a Morena.
Y los aliancistas, esos que con el PRI sumaron más de 900 mil votos en la última elección, simplemente se hicieron como que la virgen los miraba.
Los grandes íconos de la política que se pasaron semanas enteras jurando de rodillas ante el candidato priista contar con los miles de votos en su favor, pero que solo les faltaba gasolina para echar a andar la operación electoral, dinero que finalmente les fue entregado, simplemente se escondieron en la víspera electoral.
Los candidatos y candidatas a cargos de elección popular, incluyendo al mastodonte de Juan Nicolás Callejas, solo le jugaron a la escenografía, al espectro mediático; a juntarle una bola de acarreados al candidato, mismos que el primero de julio se fueron con Morena.
Fueron los mismos que un día antes recogieron en la casa de campaña de Pepe su dinero destinado a la operación electoral, para llevárselo a su casa.
Por eso andan tan felices los perdedores.
Los Duartistas que frente a Pepe entregaron su mejor sonrisa y promesas de carretadas de dinero, simplemente actuaron como su condición lo marcaba.
Esos como Erick Lagos, el cabeza de lata, Carlos Brito, en abierta alianza con Miguel Angel Yunes. Otros como Spinoso, Silva, Mota, Carvallo y el mismo farsante de Fidel Herrera, fingiéndose enfermo para escapar de las garras de su ex amigo Miguel Angel Yunes, todos, absolutamente todos jugando con Morena.
El Verde había dejado de servir.
En repetidas ocasiones se le dijo al candidato Pepe Yunes sobre ese descarado “compló”, nunca lo atendió.
A Pepe simplemente lo dejaron solo.
Él y su chofer –el mal carácter de Silvio Lagos en nada ayudó, mientras Américo fue apartado de lo sustantivo- solos se fueron a recorrer pueblos y ciudades. Nunca se tuvo un equipo de trabajo ¿para qué? No había ni para la gasolina.
Tampoco flujo de dinero que permitiera acercarse en la preferencia electoral a quienes derrochaban a manos llenas. Los morenos en la discreción, pero efectividad, repartiendo a diestra y siniestra, mientras los azules con carretadas inyectadas por los duartistas amenazados de cárcel y el dinero “ahorrado” por Yunes Linares de la recuperación de bienes.
Héctor Yunes Landa, siempre tan belicoso con el primo hermano simplemente se fue del escenario quesque para atender a Meade, a quien tampoco cumplió. Antes se llevó las delegaciones federales, las diputaciones pluris y dejó bien colocados a su hija, compadres y sus mejores cuadernos.
Los grandes íconos del priismo como el legendario capitán chanclas en su mismo juego escenográfico que no iba más allá de auto publicarse unas notillas periodísticas y juntarle un puñado de aplaudidores a Pepe en Martínez de la Torre, simplemente se declaró listo ¡Misión cumplida!
¿Dónde quedaron las promesas de conservar la votación de más de 900 mil sufragios alcanzados en el 2016 cuando se disputó la gubernatura?.. La respuesta es fácil, ¡Con Morena!
¿Dónde esos 300 mil votos adicionales que le servirían a Pepe para alcanzar la gubernatura finalmente rebasados por Cuitláhuac en votación histórica que superaría los 1.4 millones de votos?.. Obvio, ¡En Morena!
¿Por qué nunca llegó el dinero de México para la campaña de Pepe?
La teoría del complot indica que a México, a Peña y a su PRI nunca les interesó Veracruz para Pepe.
Hoy se sabe que desde Los Pinos, desde el cuartel de Meade y el bunker de la nomenckatura, siempre se trabajó para Morena dejando a Pepe Yunes embarcado en una misión imposible.
La instrucción de México fue no echarle más dinero bueno al malo e irse con todo para atajar a Miguel Angel Yunes Linares.
El gobernador no podía, no debía, ganar. No estaba en el escenario nacional la victoria de su hijo, ni el perpetuamiento familiar de quienes habían herido en lo más profundo a Andrés Manuel López Obrador.
Había que atajarlos a como diera lugar, pero no a través de Pepe, sino de Morena. Ese fue el pacto. Ese fue el compromiso. Por ahí estuvo el entramado de la gran traición a Pepe.
De ahí que sin dinero, sin equipo de trabajo y sin expectativas reales el solitario abanderado priista -¡vaya loza!- se fue por el único camino que le quedaba: capitalizar lo hecho en cinco años de gestión parlamentaria. Confiar en que la gente recordaría los beneficios que les llevó; las gestiones federales en su favor y su fama pública de honesto y cumplidor.
Pudo más, sin embargo, el compromiso político de los grandes traidores al PRI y a Pepe.
Pudo más el miedo a que se perpetuara Miguel Angel Yunes Linares. Pudo de sobremanera el endiosamiento gestado en torno a Andrés Manuel López Obrador y esa decisión mayoritaria de votar en Veracruz en favor de quien este mesías ordenara.
Y así fue.
Acaso por ello al darse cuenta por donde iba la bolita, los aguzados priistas de la vieja guardia hicieron como que hacían en favor de Pepe, como que apoyaban de dientes para afuera, como que garantizaban el triunfo… pero para Morena.
¿Que si fue el juego perfecto…? ¡Lo fue!
Prácticamente desde el arranque de la breve campaña electoral –ocho semanas- Pepe Yunes se dio cuenta que los astros estaban colocados en favor de los morenos y que no había más que beberla o derramarla.
Así se fue a la campaña.
Con los pocos arreos que tenía, con el apoyo de su padre y con la bendición de los pocos amigos a quienes apartó del juego para encarar él con su soledad, su realidad.
Pepe Yunes cumplió hasta el final aceptando ser el cordero del sacrificio.
El día de la votación salió a votar con su familia; a media tarde enterado de la abismal derrota, de esa desproporcionada votación en su contra, ya no quiso salir.
Al día siguiente, este lunes, enchamarrado cuando la temperatura ambiente marcaba los casi 38 grados, salió a dar una conferencia para anunciar su retiro.
La traición se había consumado.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |