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Cerrar delegaciones traerá ahorros, pero provocaría menor calidad.
De la Columna Caja Fuerte de Luis Miguel González.
Por: Crestomatía
2018-07-13 - 13:02:20 /

¿Estás harto de los virreinatos que consolidaron los gobernadores? Entonces, seguramente estarás de acuerdo con que se les ponga un contrapeso a esos señores, en forma de superdelegados.


Y usted, ¿está cansado del centralismo, de tener que venir a la Ciudad de México para las gestiones que sólo el secretario del ramo y su equipo pueden resolver? Si es así, le parecerá una buena idea el sacar algunas secretarías de Estado de la capital. Agricultura a Ciudad Obregón; Economía a Monterrey, Educación a Puebla o Turismo a Chetumal.


Andrés Manuel López Obrador no ha dado muchos detalles de cómo se harían estos cambios, pero ya agitó el avispero. Con toda razón, porque se trata de la mayor reforma administrativa de las últimas décadas. Implicaría un cambio radical de la relación entre los estados y la Federación; entre los gobernadores y el presidente.


Es una bomba. Será también una reforma política. La creación de los superdelegados quitará poder a los gobernadores, en favor del presidente y su equipo. No será difícil “vender” la decisión porque la población está cansada de los abusos de los gobernadores y de la falta de contrapesos locales. También de la indiferencia o complicidad de quienes mandan desde la capital.


AMLO tampoco tendrá problema por la vía política: cuenta con la fuerza que le dieron las urnas el 1 de julio. La duda radica en el impacto que esta decisión tendrá en la vida de la población que vive fuera de la Ciudad de México, alrededor de 110 millones de personas. ¿Qué va a pasar con los trámites que ahora se hacen en las delegaciones federales en los estados? Son de muy diversa naturaleza: pasaportes en la SRE, denuncias ante la Profeco, permisos de uso de agua en Conagua, financiamiento en Nafin o Bancomext, conservación de edificios en el INBA y un larguísimo etcétera.


¿Cuánto costará y cómo se medirán los beneficios? Cerrar las delegaciones traerá ahorros interesantes, pero puede provocar una pérdida en la calidad de los servicios que ofrecen. Los superdelegados no son superhéroes y, además, estarán saturados de instrucciones políticas. Su principal tarea será cuidar al gobernador y representar a AMLO. No podrán hacer las tareas de atención a los ciudadanos que antes hacían 25, 30 o 35 delegados en cada estado. Ellos tenían subdelegados y personal para hacer la chamba. Aclaro: no pretendo defender el estado actual de las cosas. El esquema de las delegaciones es caro e ineficiente, debe reestructurarse, pero para poner en primer lugar la calidad del servicio a los ciudadanos que no viven en la capital.


La desconcentración de algunas secretarías me gusta. Nací en provincia y creo que este país tiene una enorme deuda con las regiones. Me preocupan los detalles de la implementación: ¿Cómo será el traslado/mudanza de los trabajadores actuales y sus familias? ¿Cuántos se mudarán y en qué condiciones? ¿Qué medidas se tomarán para fomentar conectividad aérea y la oferta de vivienda y servicios en algunas ciudades pequeñas que albergarán secretarías? ¿Cómo se evitará que pase lo del Inegi, porque su traslado a Aguascalientes significó duplicar costos, ya que se mantuvo la operación en el DF?


Habrá desconcentración y contrapesos a los gobernadores. Nadie puede estar en contra de esto. La clave estará en los detalles. El tiempo dirá si esto es una gran idea o fue una ocurrencia.


lmgonzalez@eleconomista.com.mx


Crestomatía. El autor de la Columna Caja Fuerte y Director General Editorial de El Economista.


 


 

 
 
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