A alguien le va a explotar y por lo pronto ya quemó a los pequeños negocios que vieron caer hasta el piso sus ventas.

Cualquiera que haya ido a Plaza Ánimas en los últimos años se debió dar cuenta de la notable vibración del estacionamiento y esto los propios dueños que hoy se quejan también debieron notarlo.

Deliberadamente (o por omisión) los dueños de la plaza mantuvieron en riesgo a miles de usuarios. No era necesario esperar una clausurara, no lo atendieron porque arreglarlo es caro. Se privilegió la cartera y se olvidó la moral.

Hipólito Rodríguez Herrero y el ayuntamiento de Xalapa hicieron bien en clausurar, eso no se escatima… pero hizo mal en dejar pasar valiosas horas para explicar qué estaba mal, lo que dio espacio a que circularan rumores e información falsa.

Hoy todos están preocupados: las autoridades (por si pierden los amparos), las empresas (por si van a la bancarrota), los usuarios (por si les cae algo encima).

Vaya caso el de Plaza Ánimas, pues pase lo que pase, si esa bomba no explota, cuando menos ya dejó a todos bien tiznados.