¿Hasta dónde estarán dispuestos los empresarios gigantes de la Coparmex y algunos medios y articulistas famosos en seguir empujando y defendiendo al heredero del Sistema que fue beneficiado por presidentes priistas con el súper negocio del frustrado -para el gobierno- Teléfonos de México, para que el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador afloje el paso y cambie de decisión para revivir el Aeropuerto de Texcoco? 

Ayer, al conocerse los resultados de la Consulta Ciudadana, la agencia calificadora internacional Moody’s bajó al piso la calificación de los bonos del Aeropuerto de Texcoco que pasaron de ‘Baa1’ a ‘Baa3’, es decir a grado especulativo o ‘basura’ como llaman los expertos. 

Y es que Carlos Slim se fue cabezón con el gobierno de Peña Nieto. Es el accionista más fuerte de las compañías que están involucradas tanto en la Construcción de la Terminal como en una de las pistas y los negocios que se aprovecharían de las economías a escala del aeropuerto. 

Al menos por las experiencias habidas en América del Sur, lo más probable es que en poco tiempo, esos apasionados empresarios de la cúpula de poder nacional y extranjeras se olviden de su amigo Slim y busquen acomodarse con el gobierno de la cuarta transformación, dejando solo en manos del empresario más poderoso del país el fraguar su venganza, como ha sucedido en Perú y Brasil con los expresidentes Alberto Fujimori y Lula Da Silva, quienes al final de sus mandatos cayeron en la cárcel ante el poder implacable de sus enemigos empresarios; minados en popularidad e involucrados en negocios sucios que quizá ni conocieron.

Y, para no ir más lejos, recuerden que a Enrique Peña Nieto estuvo o está a punto de sucederle lo mismo, por haberle negado inversiones millonarias a uno de los grupos de empresarios más poderosos del país.