Oportunamente, el Presidente electo de México Andrés Manuel López Obrador declaró que su gobierno no hará modificaciones al marco legal en materia económica, fiscal o financiera y tampoco cambiarán las reglas de operación en los bancos. Cuando menos durante los tres primeros años no habrá cambios, es lo que hemos prometido desde la campaña política y es la estrategia de gobierno que hemos establecido, abundó en conferencia de prensa en la Casa de Transición en la CDMX.

De inmediato los mercados reaccionaron y la Bolsa Mexicana de Valores detuvo abruptamente su caída para cerrar con una ligera ganancia de 0.17%, 73.49 puntos más en comparación con el cierre del pasado jueves negro, para ubicar a su principal indicador en 44 mil 263. 74 unidades. 

Pero si por un lado la Bolsa Mexicana se recuperó y los bonos de los bancos subieron al escuchar la flauta de AMLO, la Bolsa Sentimental y de la Esperanza de los Mexicanos, sufrió el peor desencanto de su vida ya que el anuncio de AMLO implica que se tendrán que seguir pagando las altísimas e injustificadas comisiones bancarias. 

Igual, aunque no lo van a querer reconocer, bajaron los bonos del Senador Ricardo Monreal y del Grupo Legislativo de MORENA en el Senado, ya que no tan solo fueron descalificados por el Presidente electo sino también por la dirigente nacional de Morena Yeidckol Polevnsky, quien se dijo ‘se supone que los legisladores son el brazo político de los partidos y hace unos días revisamos con el Senador Monreal la agenda legislativa y en ella no venía la polémica iniciativa’.

Así las cosas, por el lado de la sensatez política y por el bien del país las palabras de AMLO ha sido un acierto, pero el costo político al interior del Partido, que a partir del próximo uno de diciembre gobernará, todavía habrá que ser evaluado. 

Ricardo Monreal y los senadores del Grupo Legislativo de Morena que por unas cuántas horas festejaron a voz de cuello su independencia legislativa fueron prácticamente aplastados, coscorroneados y puestos en su lugar por acelerados y por andar inventando relaciones entre poderes que en la praxis es improbable que llegue a convertirse en realidad, al menos, claro, por ahora.