Que a los políticos los critiquen por robar, por ser hampones, por ser habilones, gandallas, sin escrúpulos, ignorantes, supinos, o estúpidos… pero cuando la crítica viene por supuestas preferencias sexuales derivadas de fotografías mal compuestas, entonces no es crítica, son ganas de sacar lo más vil del ser humano.

Este día circuló una fotografía del próximo Secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, en la que supuestamente estaría besando apasionadamente a un joven, con la clara intención de incomodarlo.

La fotografía en cuestión (aparentemente trucada) ha sido negada por el propio Ramos Alor quien publicó “Ante mi anuncio de hace algunas semanas de acabar de raíz con la corrupción que ha imperado en algunos sectores del sistema de salud estatal, adversarios políticos y un sector de gente especializada, quienes ven amenazado sus intereses personales y económicos, han circulado una fotografía falsa a través de una cuenta de Facebook, la cual ha sido alterada con el objetivo de dañar mi imagen”.

Y es que finalmente todo mundo tiene derecho de hacer con su vida privada un papalote, y mientras las de los políticos no alteren su capacidad de gobernar no tendría por qué alarmar. Cuando se habla de lo privado y no de lo público, es cuando se pierde la decencia y el respeto al derecho ajeno. Así no, señores, así no.