Esta mañana en los cafés de la capital veracruzana el tema que más llamó la atención fueron sin duda los próximos nombramientos que dará a conocer Cuitláhuac García Jiménez y los mensajes tan rudos que algunos se envían de una forma poco ortodoxa con descalificaciones de barrio.

Apenas se menciona el nombre de algún posible personaje que pudiera aparecer en el equipo de Cuitláhuac y de inmediato le caen a palos, relacionándolo con el gobierno fidelista, duartista o simplemente priista.

Podría decirse que ese golpeteo es normal, sin embargo, no lo es tanto puesto que las descalificaciones no vienen precisamente de las partes contrarias sino de los mismos fidelistas, duartistas o simplemente priistas.

Se ha desatado, comentan los sabios bebedores de café, una especie de salvaje canibalismo político. Es el caso de los feroces ataques contra el tuxpeño Ángel Álvaro Peña.

Apenas se dio a conocer que éste fue invitado por Cuitláhuac para fungir como su representante personal en un evento en la CDMX, y en redes y algunas columnas políticas los descalificativos le brincaron.

Lo curioso es muchos apuntan a la autoría intelectual del exdiputado federal Alberto Silva Ramos.

Ángel Álvaro Peña siempre ha sido un político institucional y de resultados por lo que se duda que vaya a reaccionar de la misma manera. Hay de caníbales a caníbales.

La pregunta es, ¿Esperaba Beto Silva que Cuitláhuac lo invitara al gabinete después del papelón que hizo como funcionario duartista y diputado federal? ¡Solo él y su conciencia conocen la respuesta! Pero de que fue capaz de armar toda una rabiosa campañita de desprestigio en contra de su paisano, pocos lo dudan. Canillazos para Don Alberto, pues de ser cierto lo que dicen, se los ganó a pulso. ¡No se vale!