El problema de Edith Arrita Meza, subdirectora  de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (CIBIOGEM) del Conacyt, no es que haya estudiado una licenciatura en Diseño de Moda. Finalmente, el ser diseñadora no la hace incapaz, ni menos inteligente, ni menos preparada en la función pública. 

Lo mismo sucede con David Alexir Ledesma, joven de 29 años y que aún cursa el tercer semestre de Comunicación y que gana al mes 44 mil 366 pesos como subdirector y coordinador de comunicación e información estratégica del Conacyt. Su pecado no es ser joven, ni que en su currículum tenga un diplomado en creación literaria, cuentos escritos por él e incluso un poemario. Tampoco que su mayor mérito sea haber sido empleado de Dolores Padierna y trabajar como editor en el portal noticioso de Jenaro Villamil. 

Reducir ambos casos a la banalidad de la descalificación a priori coloca al que descalifica al mismo nivel del que quieren señalar. 

¡No! ¡No se equivoquen! El verdadero problema de Edith Arrita y David Alexir es que no cumplen con los perfiles requeridos para ocupar los puestos y se viola flagrantemente la Ley del Servicio Civil de Carrera. 

Si Usted quiere ocupar un puesto en el gobierno federal, y específicamente en el Conacyt, debe acreditar no solo experiencia laboral sino también perfil académico. 

Coco Chanel es una de las personas representativas de la cultura mundial, pero no se le ha considerado para ser encargada del Instituto de Bioética de la Academia de París, sería absurdo. 

El problema no es contra las persona, sino contra las malas prácticas del Gobierno que parece que, cuando menos en este rubro, no ha cambiado nada y sigue siendo pan con lo mismo.