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YUNES, EL EXPERTO EN ESPIONAJE
De la columna "Apuntes"
Por: Manuel Rosete Chávez
2019-03-06 - 23:30:44 /

La obsesión del exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares ha sido siempre el espionaje. Ahora que leemos una nota en la que se da a conocer que este señor, siendo gobernador de Veracruz (qué bueno que sólo fueron dos años), tenía casi mil meseros espías en todo el estado, recordamos infinidad de pasajes que nos tocó vivir en el sexenio de Patricio Chirinos, cuando el represor secretario de gobierno nos tenía a todos con marcaje personal y, entre quienes “trabajaban” para él, estaba un grupo de meseros que laboraban en los restaurantes más concurridos del estado que, a cambio de un sueldo, mantenían informado al director de gobernación de aquel tiempo, Enrique Ampudia, de lo que pasaba en sus comederos con los visitantes “distinguidos”, que podrían ser líderes de organizaciones, líderes religiosos, actores políticos y periodistas, entre otros. 


Lo importante era saber quiénes se juntaban para compartir el pan y la sal, un hecho considerado por el orate secretario como una forma de reunirse para tramar algo en su contra, y si era posible saber de qué hablaban, los meseros no se alejaban mucho de la mesa para escuchar, anotar y luego pasar por teléfono la información. ¿De qué le servía a Yunes esta actividad, para qué usaba la información, la mayoría de las veces inventada por los necesitados meseros?, para lo mismo que usaba la que obtenía a través de los micrófonos que mandó a instalar en todas las oficinas del gobierno conectados a una central que mandó a construir en la parte alta del palacio de gobierno, conocida como “El Palomar”, para lo mismo que usaba la de las cámaras de video que instaló en las entradas de los moteles y para lo mismo que usó la que le proporcionaba diariamente un ejército de orejas dados de alta en la nómina de la Subsecretaría… para nada, pero todo ese esfuerzo fue con cargo al erario estatal, es decir, los veracruzanos pagamos una absurda obsesión del entonces secretario. 


Por eso no es raro que ante el desastre financiero que encontró Cuitláhuac García al asumir la gubernatura, y que condiciona su primer año de gestión, aparezcan ahora además detalles casi pintorescos pero que plasman muy bien las prácticas de la familia Yunes, entre estos que el exgobernador panista tenía diseminados más de 900 informantes en todo el estado cuyo trabajo formal era ser meseros. 


Aprovechaban el trajín entre mesa y mesa para recabar la información necesaria que era recabada por el Ejecutivo estatal. Una especie de red de inteligencia que igual de poco sirvió en julio del año pasado. Y se sabe que en esta segunda época de espionaje yunista en Veracruz, los informantes estaban diseminados principalmente en restaurantes y cafés de Veracruz, Xalapa y Boca del Río. Pero también había meseros-espías en Minatitlán, Orizaba, Coatzacoalcos y Poza Rica. 


Las mensualidades que se les pagaban oscilaban entre los dos mil y los dos mil 500 pesos mensuales, tal vez de acuerdo al tamaño de la oreja del mesero. Por lo general, había un encargado por restaurante que repartía el dinero y elaboraba un resumen de las conversaciones escuchadas. 


La obsesión de Yunes por la información “gastronómica” no tenía límites y entre los monitoreados estaban su familia y los integrantes de su gabinete, que conocían esta práctica y la utilizaban con pragmatismo para hacerle llegar mensajes al mandatario local… ¡De locos!


En el entorno de Ricardo Anaya se conocía el dato y cada vez que iba a la entidad por acciones de su campaña presidencial, le recomendaban hacer reuniones en domicilios particulares y sin servicio. Alguna vez incluso existió un conflicto con Jorge Castañeda que en una de esas incursiones no se pudo resistir a los platillos locales y terminó discutiendo con los encargados de la seguridad del queretano. 


El staff de Cuitláhuac conoció esta situación porque en diversas ocasiones se aparecieron meseros en actividades del gobernador o en instalaciones del gobierno pidiendo, en algunos casos con desesperación, retomar la ansiada mensualidad. La práctica no es para nada extraña en la real-política mexicana, de hecho, se conoce de exjefes de la Segob y de Seguridad que tenían pelotones de meseros, valets y recepcionistas desplegados como informantes en Polanco, Reforma y Las Lomas, por mencionar los ámbitos clave del circuito político de la Ciudad de México.


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