Ante los vaivenes de la divisa nacional, vale la pena recordar que el peso es una de las monedas con mayor liquidez del mundo. 

Dicho de otra manera, su volumen de transacciones para lo que se usa es mayor en el extranjero que en México. Más o menos el 80% de su volumen está fuera. Eso hace, al final del día, que pueda ser objeto de especulación. 

Agustín Carstens, el banquero central mexicano de mayor peso, presumía la liquidez del peso mexicano, pero cuando entendió el riesgo estructural y global que ello implicaba trató de controlar el tipo de cambio inyectando dólares. 

La triste realidad es que el Banco de México (Banxico) sólo perdió algunos miles de millones de dólares. Y es que el llamado “Mercado” responde a las circunstancias y no opera como algunas mentes creen sumadas en ciertas teorías. 

Hasta que Carstens ofreció coberturas, que es un instrumento financiero antiguo (que aún funciona) se pudo atemperar el tipo de cambio y proteger las reservas. 

Esperamos que sea de las entendederas oficiales saber cómo operan los llamados “mercados” y por qué dan los resultados que dan. 

Ese es el reto del secretario de Hacienda, Carlos Manuel Urzúa Macías, y sus desaseados funcionarios pues en tanto presumen de finanzas sanas y asumen claridosas y gratuitas medidas presupuestales, el efecto de sus decires es adverso en los resultados del mercado. 

Cuidado con la información privilegiada. Pueden caer en una tentación penada por la transformación en marcha. 

(Lo anterior es una postal económica de Joan Rega)