Cuando se analizan las frías cifras del ejercicio presupuestal se logra ver mucho de lo que ocultan los gobernantes tras un discurso de amor a Veracruz y su gran preocupación por el desarrollo de los veracruzanos.

Detrás de los datos duros de la inversión para obras, acumulada en el bienio de gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, se esconde lo que podría llamarse un delito electoral gigante; aunque invertir y orientar la inversión pública hacia intereses del corazón y con fines políticos futuristas no se encuentra tipificado como delito en códigos electorales federales ni locales.

Sin embargo, esa inversión pública con fines electoreros, esa aplicación del presupuesto público sin que se le pueda llamar delito, es cuando menos turbio y reprobable.

¿Qué autoridad le puede reclamar a un gobernante que invierta en municipios específicos? Realmente nadie.

Pero ¿Qué hizo Miguel Ángel Yunes Linares con el Presupuesto Público de Veracruz en sus dos años de gobierno? Aquí se lo explico:

En los dos años de su gobierno (2017 y 2018), por parte de la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas, Yunes Linares ejerció 1,175.4 millones de pesos en obras. De los cuales 818.2 millones, el 70%, los aplicó en pavimentaciones. El 19%, 227.4 millones, en edificios y espacios públicos, el 6% (67.9 millones) en Estudios, Proyectos y Supervisión de Obras y solo el 5% (62.0 millones) en Obras de Infraestructura Hidráulica y Sanitaria.

Sin embargo, se ve a leguas que esas obras tuvieron un fin electorero, , obra “quedabien” destinadas a ganar votos, puesto que el 52% de la inversión se orientó hacia los municipios de Veracruz y Boca del Río, gobiernos que, obviamente, le interesaban para sus hijos Fernando y Miguel Ángel Yunes Márquez, y en los que cimentó su bastión Azul.

En esos dos municipios canalizó 46 obras que costaron  576.6 millones de pesos. ¿Alguna duda del interés en el “Corredor Azul”; también conocido como el ‘El bastión panista’?

En Boca del Río, en ese entonces gobernado por Miguel Ángel Yunes Márquez, fue muy claro que esas inversiones buscaron consolidar la popularidad del vástago del Gobernador y elevar su capital político que lo justificaría como el ‘gran’ sucesor del trono estatal.

En Veracruz Puerto, fue más claro que esa inversión tenía la clara intención de impulsar a su otro hijo, Fernando Yunes Márquez, para hacerlo alcalde de esa otra joya de la corona política, fue en realidad la herencia política para que a la vez desde ahí operara la campaña política de su hermano, como al fin sucedió según la estadística electoral.  

Curiosamente también para Xalapa, la capital de Veracruz, Yunes Linares asignó una cantidad significativa para 22 obras por el orden de 125.7 millones de pesos, pero no convidó al alcalde Hipólito Rodríguez Herrero de los frutos de las mismas al relegarlo de todos los eventos políticos relacionados con las mismas. El interés político por la capital era evidente: poder ampliar el Corredor Azul. 

Obras políticas y espacios públicos para Veracruz, Boca del Río y Xalapa, en las que Yunes Linares invirtió el 63% del Presupuesto de obras: 701.7 millones de pesos.

Compare Usted esa inversión con la realizada en toda la Región del Papaloapan, por ejemplo, compuesta por 9 municipios. Allí, Yunes Linares solo construyó 5 obras con un valor de 20.9 millones de pesos; en toda la región de Los Tuxtlas, solo se hizo una obra por 7.7 millones de pesos; en las zonas marginadas y pobres de las zonas montañosas Yunes Linares hizo 8 obras con un monto de 30.9 millones; mientras que en casi 150 municipios Yunes Linares no puso ni un ladrillo.

Claro a todo lo anterior no se le puede llamar legalmente un delito electoral, pero sí se puede identificar que se aprovechó del presupuesto público para impulsar la candidatura de su hijo hacia la gubernatura de Veracruz y que, si se sumaran a los gastos de campaña, imagínese que chulada y qué injusticia.

Pura hipocresía del paladín de la justicia. 

Son solo algunos datos que hoy le están quitando la máscara.

@frlicona