Hay quienes tienen suerte y después está Ernesto Pérez Astorga, quien se sacó la lotería sin comprar boleto. 

El movimiento de Ricardo Ahued Bardahuil ha tenido repercusiones importantes en el escenario político local y ha puesto a temblar a dos políticas que se relamían a la distancia la jugosa silla de la Presidencia Municipal de Xalapa. 

Ana Miriam Ferráez y Rosalinda Galindo Silva, las dos diputadas por Xalapa, vieron como en un dos por tres les alejaron la silla a cientos de kilómetros de distancia. 

Contra lo que muchos apostaron, Ernesto Pérez Astorga llegó con fuerza a la SEDECOP no solo por el padrinazgo y la suplencia de Ricardo Ahued sino también por su cercanía con la líder nacional de MORENA, Yeidckol Polevnsky. 

Sin embargo, Perez Astorga se estaba agriando. Sus bonos políticos caían como frutos secos y en pocos meses evidenció que esa Secretaría sirve para casi nada y que lo poco exprimible que tiene no podía administrarlo y mucho menos potenciarlo. 

Sus subsecretarios caminaban sin rumbo, completamente conscientes de que la caída de Astorga solo era cuestión de tiempo por la falta de inversión, por la nula capacidad de gestión empresarial o sencillamente porque la vista de Astorga siempre ha estado en otro lado. 

Pero como en esta vida es mejor tener suerte que ser capaz, Pérez Astorga se desayunó este fin de semana un delicioso lechero con canillas leyendo la noticia que sería Senador. Le pasó lo mejor que le pudo pasar, ¡Se sacó el acumulado! 

Inmediatamente puso en orden sus tiliches y al son de ahí se ven, ya prepara su aterrizaje en una mullida curul del Senado de la República desde donde podrá cumplir su verdadero sueño: ser Presidente Municipal de Xalapa. 

A ese cargo, como bien apuntó en una ocasión Raymundo Jiménez, fue al que siempre aspiró su difunto padre don Ernesto Pérez Villarreal, pero el cual “nunca pudo ocupar por el veto que hasta su muerte le impuso al empresario norteño un poderoso empresario periodístico, al que la mayoría de los gobernadores priistas –hasta el sexenio de Patricio Chirinos– le rindieron pleitesía y obviamente evitaron confrontar”. 

Un Senador en automático es candidateable para la gubernatura. Las anteriores funciones de los senadores así lo obligaban al ser los que partían el queso, eran amos y señores de presupuestos, prebendas y canonjías. Con la venia y hasta sin la venia de los gobernadores, se pasean por el Estado. Son la cara bonita de la política y, por ende, queridos y respetados. 

No obstante, a Pérez Astorga hoy no le alcanza para eso. No está en la misma liga que Rocío Nahle, Ricardo Ahued o Manuel Huerta. Está destinado a tener la misma notoriedad y luminiscencia que Gloria Sánchez Hernández (Sí, aunque no lo crea tenemos otra senadora). 

Le alcanzará, eso sí, para pelearle el hueso a Rosalinda Galindo y a Ana Miriam Ferráez, quienes tendrán contra él solo el argumento de la paridad de género, pues en el póker político hasta hoy: “Senador mata diputado local”. 

Pérez Astorga tendrá dos años para demostrar que es más que un figurín decorativo y para lavar la mala imagen que dejó a su paso por la SEDECOP. 

El efecto PEJE todavía da para eso y más… y si en Xalapa otros partidos ganaban hasta con una vaca, ¿Por qué MORENA no podría ganar con Pérez Astorga?

@AtticussLicona