La entrevista de Danielle Dithurbide a Javier Duarte de Ochoa resultó todo un fiasco mediático. Duarte no dijo nada nuevo y por más que Danielle le apuró para que puntualizara sus confusas declaraciones, éste huía por peteneras y prometía precisiones pero ‘para más adelante’. 

¿Novatez de la reportera? ¿Temor de Duarte? ¿Viveza de Javier? ¿Las tres cosas? Histriónico y vestido de mártir no faltaría incluso alguien por ahí que soltara las lágrimas e hiciera una plegaria por él y una maldición por tanta injusticia. 

Duarte, sin vergüenza alguna, con los labios chuecos como cuando se plantaba ante los periodistas para regodearse de sus logros como gobernador, dijo ser pobre, no tener la fortuna que se le atañe, menos propiedades y riqueza. Mantiene, dijo, en austeridad a su familia que vive en Inglaterra y cual inocente palomita dijo no haber cometido los delitos que lo mantienen en prisión. 

En fin, un espectáculo bien montado quizá con dos objetivos subliminales: 

1.- Enviar un mensaje al expresidente Enrique Peña Nieto y al extitular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, así como a Miguel Ángel Yunes Linares, quienes lo mandaron encerrar cual chivo expiatorio para ‘lavarse la cara’. Pero decir acusaciones a medias, el decir que pronto daría a conocer los nombres que no le quiso dar a Danielle, quizá no le resulte tan efectivo a Duarte. Esos personajes no se van a espantar, pero si en verdad lo hacen, lo menos que harán será cruzarse de brazos. 

2.- Si el mensaje que quiso enviar Duarte es para la gente de la 4T, sería quizá mucho menos efectivo su mensaje, pues para ello quizá debió usar lo que sabe, soltar la sopa y servir de testigo contra Peña Nieto, Osorio y Yunes, con un convenio bajo el brazo en calidad de testigo protegido. 

Pero decir lo que dijo y en la forma en que lo dijo, quedó más que como un regalo mediático para la 4T y sus intentos reiterados de exhibir la corrupción del pasado. 

Es claro que en la desesperación -comadre de la idiotez- por la que debe pasar Duarte en prisión, lo llevó a una jugada que no le servirá de nada y que lo ha puesto en el filo de la navaja. 

Nadie va a negociar con él, si esto es lo que pretendió.

Cierto, Duarte se juega sus últimas cartas mediáticas para salir de prisión, lo que pone en duda la confianza que dice tener en lo que sus abogados le han prometido: que pronto podría salir libre.  

La gente de la 4T se relame los bigotes de tener una cuña gratuita para apretar a EPN, a Osorio Chong y a MAYL, pero no se ve en el horizonte que lo dejen salir. 

Quizá si hubiera dicho lo que tenía que decir, si hubiera echado toda la carne al asador pensando en que ésta sería su última oportunidad de salir a medios nacionales a decir su verdad, otro gallo le estaría a punto de cantar. 

La política no es sucia por sí misma, lo son los políticos y cuando estos se ven amenazados muerden o mandan a morder. 

Duarte, hoy más que nunca, está en peligro y todo quizá por nada. Se puso a jugar con fuego y podría salir quemado. 

Una entrevista desaprovechada que lo puso al filo de la navaja.

@frlicona