El tema del programa infantil “La Chicharra” que se transmite por RTV no era nuevo, ya los niños habían alzado la voz para pedir explicaciones del porqué les habían dado aire, y nadie se tomó la molestia de explicar. 

Por eso, el dolor de cabeza y exhibición nacional que se llevó hoy el gobierno de Cuitláhuac García y las autoridades de RTV, era perfectamente evitable. 

Dejaron escalar el problema y dejaron que los niños llevaran su frustración hasta la propia CDMX y exponer, frente a las cámaras y millones de mexicanos, la falta de sensibilidad de las autoridades de Radio y Televisión de Veracruz. 

Pero, ¿Por qué no dijeron nada antes y fue hasta hoy, después del niño ahogado, cuando salieron a explicar las razones y la continuidad del programa? Sencillo, porque en el gobierno de Cuitláhuac parece ya sintomático el férreo desprecio por la opinión pública local. 

Lo que aquí se piense al parecer no importa mientras no llegue a oídos del Presidente. Aquí puede la opinión pública patalear, injuriar, sentirse ultrajada, y no pasará nada… pero una vez que el gran tótem sagrado levante las pestañas, entonces ahí sí, correrán las huestes de Cuitláhuac a tapar los hoyos. 

Ahora, se ha informado que el programa de la Chicharra continuará, pero eso sí, con un nuevo elenco. Esto es (en esencia), que los niños que lucharon por la continuación de “La Chicharra”, lograron que el programa continuara, sólo que ellos se quedarán fuera por revoltosos y por osar exhibir a Cuitláhuac y a RTV. 

Así las cosas. Podrán decir lo que sea en RTV, pero la verdad es clara. Les jalaron las orejas y mantienen el programa, pero a los niños, los excluyen para que no sigan alborotando el gallinero.