Algo debemos estar pagando los veracruzanos, algo empeñamos y nunca nos dieron los centavos para recuperar, porque tiene mucho tiempo, que ningún gobernante nos tiene contentos, recuerdo que tan pronto como al tercer año del mandato de Javier Duarte de Ochoa, la gente empezó a repetir con harta enjundia, el Gordo será llamado al Gabinete de Enrique Peña Nieto, va a la Secretaría de Energía, luego que no, que a la de Economía y así llevamos el deseo reprimido del imaginario colectivo un rato, hasta que efectivamente el Gordo se fue, no precisamente a gabinete alguno. 

El Gordo empezó a ser repudiado, porque vivía en un planeta paralelo al nuestro, decía que en Veracruz la delincuencia no existía o que estaba tan controlada, que de vez en cuando se robaban Cocas y Gansitos en el OXXO; negaba las masacres en Veracruz, justamente sacudiéndose las salpicaduras de sangre, hablaba de una realidad alterna que solo él vivió, nadie más, al menos aquí en Veracruz. 

Con la llegada del Morena al estado, no solo los escenarios cambiaron, los funcionarios de alto nivel se fueron, como siempre se han ido, pero ahora también se fueron los empleados de chamba, los de a pie, los de lucha se fueron, a casi todos les dieron las gracias y llegó la militancia del Morena a aprender, sin que hubiera nadie que les enseñara; lo peor es que muchos de ellos a estas alturas no saben, ya pasaron la emoción de haber ganado y ahora están convencidos que el voto no fue ni para Andrés Manuel López Obrador, ni para Cuitláhuac García, el voto fue para ellos de modo personal, es decir los funcionarios mayores, los de medio pelo y los de batalla, traen el ego tan grande, que apuradamente alcanzamos nosotros a verlos atrás de su yo inflado.  

Muchos caminan muy por encima del piso, sin voltear siquiera a ver a los demás, pisando a tantos ahora que suben, que el día que bajen, no se la van a acabar; lo peor es que finalmente al único que han afectado terriblemente es al gobernador Cuitláhuac García Jiménez, a la percepción que el pueblo tiene de él, porque cuando nos maltratan en la Oficina de Hacienda, no decimos me maltrató Pedrito López, decimos me maltrató el gobierno de Cuitláhuac; cuando hay un enfrentamiento y hay muertos, no decimos los mató el malandro, decimos los muertos del gobierno de Cuitláhuac; cuando hay feminicidios no son las muertas de los agresores, son las muertas de Cuitláhuac; hoy en día, la botana aquella carísima de París de la Secretaria de Turismo no es de ella, es de la funcionaria de Cuitláhuac; todos los errores que están cometiendo sus subalternos, no los carga el funcionario en cuestión, van directamente al tambache que ya lleva consigo el gobernador García Jiménez y eso es muy grave. 

Pero mucho más grave es que a estas alturas, la gente de a pie en las tiendas, en los supermercados y en todos lados, repita que el gobernador García Jiménez se va, que en diciembre le darán digna salida e incluso, ya les gustó la persona de don Ricardo Ahued para sustituirlo, no es normal que Ahued aparezca un sábado, como lo hace toda la vida y ya para el lunes, todo mundo repita la salida de Cuitláhuac y la llegada de Ahued. 

Algo está pasando en el estado y no es viviendo en un mundo paralelo, donde se van a encontrar la solución al problema, más que salir los funcionarios del gobierno estatal, a declarar que se le cebó al deseoso de la salida de García Jiménez, tendrían que ir a la farmacia a comprar agua oxigenada, empapar un algodón con esta y embadurnarse la frente con el algodón, a ver si así se les aclara la mente y se dan cuenta del rumbo que está tomando su gobierno, no es normal lo que está pasando y no es negando los hechos, como lograrán buenos resultados. 

Yo aquí vivo y no creo que la salida de ningún gobernador, sea benéfica para el pueblo veracruzano,  prudente sería que su compacto equipo de confianza, pusiera los pies en el suelo, dejaran en casa en la mañana su enorme ego y se pusieran a trabajar. 

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