El lunes publicó Mitofsky el resultado de una encuesta nacional, que levantó entre el 27 y el 29 de marzo, sobre el coronavirus en México.
El estudio revela que el miedo de los ciudadanos de contraer la enfermedad o morir de ella va en aumento.
Pero el mayor temor de los mexicanos es que su economía se vea afectada más que contagiarse o ser víctima de un delito.
En porcentajes, 68.9% dijo tener miedo de contagiarse o su familia; solo 29.4% dijo tener poco miedo o nada.
En cuanto al miedo de morir a causa del Covid-19, 52.6% dijo que sí lo tiene mientras que el 44.4% respondió que no.
Sobre la pregunta a qué le tiene más miedo en estos momentos, 47.5% dijo a que su economía se vea afectada, 26.9% expresó que a contagiarse y 18.3 a ser víctima de algún delito.
Este último temor está bien fundado. Cuando en México apenas empieza a arreciar la crisis por la pandemia ya se tiene una certeza anticipada: habrá más víctimas por la crisis económica que por la enfermedad.
Me atrevo a pensar que incluso en este mismo momento ya las hay por el cierre de comercios, empresas e industrias que han dejado en el desempleo a millones.
Este fin de semana concluye con la gran incertidumbre de millones de mexicanos sobre qué va a ser de ellos y sus familias, sin trabajo, sin ingresos y sin la creación de nuevas fuentes de empleo a la vista.
Se pronostica que abril será el mes en que la pandemia tendrá su mayor expresión, siempre y cuando la población atienda las recomendaciones, la principal, de permanecer en sus casas.
Las estimaciones no dan fecha precisa sobre cuándo se volverá a la normalidad, pero estiman que será en cuestión de meses: mayo, junio, julio…
En cambio, en el aspecto económico, se da por perdido el año.
La propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público en sus Pre-Criterios 2021 que dio a conocer el miércoles consideró 2020 como año negativo. Dijo que la economía se va a contraer.
Originalmente proyectó un crecimiento real del Producto Interno Bruto (PIB) en un rango de entre 1.5 y 2.5%. Tres meses después ya lo ajusto a la baja: un crecimiento de 0.1% en el mejor escenario, una contracción de 3.9 en el peor, y la inflación la aumentó de 3.0 a 3.5. Había previsto el tipo de cambio del peso frente al dólar en 20 pesos pero ya lo ajustó a 22.9, casi 23 pesos.
Al negro panorama se suma la errónea conducción económica del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien se niega a ver y a aceptar la nueva realidad.
El 12 de marzo dijo: “nuestra economía está fuerte, se tienen finanzas públicas sanas y reservas suficientes para enfrentar cualquier crisis que se pudiese presentar”.
Para el 28 de marzo ya había cambiado su apreciación: “Se nos va a venir muy fuerte la crisis económica”.
Ayer salió a contradecir a su propio secretario de Hacienda, Arturo Herrera. Dijo que estaba en desacuerdo con él, que no coincidía con su pronóstico.
Su optimismo no tiene sustento alguno. Bloomberg ubicó ayer al peso mexicano como la moneda que lidera las pérdidas mundiales al haber perdido el 20% de su valor en los primeros tres meses del año.
En su columna de ayer, Joaquín López Dóriga consideró que está en riesgo el proyecto de la Cuarta Transformación (4T).
Yo sostengo la tesis de que una Quinta Transformación ha irrumpido y ha borrado la anterior: una nueva transformación impulsada por las circunstancias y apuntalada por la pandemia del Covid-19 y la caída de los precios del petróleo.
Esto es, el México de hoy es totalmente diferente ya al del inicio de año y al del nuevo sexenio y tal vez no lo reconoceremos cuando la pandemia y la crisis económica pasen.
Nosotros mismos hemos cambiado o estamos cambiado, o habremos de cambiar orillados por la nueva realidad, según nos vaya.
Las cosas nunca volverán a ser como antes y creo que lo mejor será irnos haciendo a la idea de que tenemos que aceptarlo y adaptarnos. No nos quedará de otra.
Pero preocupa que el conductor político del país no vea ni acepte el cambio que se está dando. Sigue actuando igual que cuando inició su gobierno, para un México que era diferente.
La vida misma nos enseña que uno proyecta o se fija una meta, pero luego las circunstancias nos modifican todo, nos lleva por otro rumbo, a donde no pensábamos y alcanzamos objetivos que no eran nuestros originales.
El presidente proyectó una Cuarta Transformación a seis años para un determinado modelo de país que está dejando de ser. La 4T, qué duda cabe, nació bien pero en apenas 14 meses ya se malogró. Ha surgido una nueva, la Quinta, y no la encabeza él cuando pudo haberse montado en lo alto de la cresta y conducir el cambio.
Por ejemplo, diseñó programas sociales para los pobres, los pobres que había al inicio de su gobierno, pero resulta que en cuestión de días ha surgido otra ola de pobres, la de los desempleados, para los que no tiene respuesta.
Tendría también que armar un programa emergente para darles apoyo económico, pero no se advierte que pretenda hacerlo y le tira la bolita a los empresarios a los que, por otra parte, descalifica todos los días y no les quiere dar facilidades para que mantengan la plantilla laboral.
Es la hora en que debiera estar reunido con su gabinete, en lugar de seguir de giras pese a las recomendaciones sanitarias de permanecer encerrados en sus casas, armando un nuevo modelo de gobierno de acuerdo a las proyecciones del desastre económico que ya se tienen, para el nuevo México que está surgiendo.
Es la hora en que debiera rectificar, deshacerse del elefante blanco que significan el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas para no malgastar los recursos que tanta falta le hacen a millones que se han quedado sin trabajo, pero ya ha dicho que son proyectos intocables.
Habrá que estar pendiente para saber qué anuncia el próximo domingo sobre un plan de impulso a la reactivación económica que ha anunciado. Acaso con ello se juega su última carta de sobrevivencia política.
De acuerdo a Mitofsky en su encuesta de seguimiento diario para El Economista, AMLO cerró marzo con una aprobación de 49.2% y abrió abril con solo 48-9%, a la baja. Sigue en caída libre.
Si él no cambia, será la propia población afectada la que tome en sus manos la Quinta Transformación, y lo haga a un lado. El pueblo da el poder, el pueblo lo quita. La historia lo enseña. |