La reciente invitación a los conservadores a adelantar la revocación de mandato para el 2021 ha provocado toda una serie de comentarios y críticas. 

Hay quienes piensan que AMLO quiere matar víbora en viernes y aprovechar la pandemia del COVID para agarrar a todo mundo con la guardia baja y que su nombre aparezca nuevamente en las boletas de las elecciones intermedias del 2021. Si lo logra, por muy deteriorada que esté su imagen dentro de un año, logrará nuevamente impulsar a sus candidatos y hará que ganen, nuevamente, cualquier desconocido/a. Y es que los candidatos de MORENA para ganar no necesitan el 50 o 60% de la intención del voto, con poco más del 35% tienen asegurados la mayoría de los triunfos. Por eso la intención presidencial de que el nombre de AMLO aparezca forzosamente en las papeletas. 

Sin embargo, hay otros que piensan que lo que AMLO siente son pasos en la azotea pues ve sus preferencias electorales caer estrepitosamente. Aseguran los conservadores que de realizar la revocación de mandato hasta el 2020, para ese entonces su popularidad y aceptación estará por los suelos y por ello es que le urge a AMLO adelantar las fechas. 

Lo que sí es un hecho es que en estos momentos en los que se debería estar llamando a la unidad nacional, sólo a él se le ocurre volver a meter en la agenda nacional un tema tan controvertido. ¡Qué necesidad! ¿No se puede esperar el Presidente a mejores momentos? ¿No se puede comportar como el estadista que el país necesita? No cabe duda que la agenda del Presidente es electoral, pese a que la agenda de la nación se vaya a pique.