Cubriendo todas las previsiones, el Presidente Andrés Manuel López Obrador inició su viaje en vuelo comercial hacia los Estados Unidos a invitación del Presidente Donald Trump. 

¡Qué tiempos aquellos de los viajes faraónicos pagados con el dinero del pueblo! ¡Qué lejos han quedado! 

Ha quedado claro que no se trata de una visita de Estado, sino una reunión de trabajo en la que los presidentes platicarán de la nueva relación comercial mejor conocida como el T-MEC. Es decir, no habrá recibimiento oficial; AMLO no asistirá al Congreso, no habrá protocolo, es simplemente una reunión de trabajo. 

El Presidente viaja y parece estar como nuevo, sin síntomas del COVID-19, con la prueba recién hecha y con resultados negativos, su correspondiente tapaboca y sin la cauda de acompañantes dispuestos a darse vida de reyes a costas del pueblo mexicano. Es más, incluso su traslado de Palacio Nacional al Aeropuerto lo realizó en un Jetta color blanco, sin usar camionetas blindadas como se le vio a algunos de sus colaboradores hace algunos días. 

Solo 10 empresarios mexicanos, y dos o tres altos funcionarios de su gobierno le acompañarán a la Cena en Casa Blanca. Ahí dialogarán de negocios y los nuevos desafíos del T-MEC para ambas naciones. Después, ya en nuestro país, AMLO hará lo propio con Justin Trudeau, primer ministro de Canadá… pero eso será otra historia.