Mil millones de pesos se querían echar a la bolsa varios empresarios mediante el cobro de obras, servicios y adquisiciones que no existieron pero que por alguna extraña razón aparecían entre los adeudos viejos que le dejaron de herencia al gobernador Cuitláhuac.

Lo anterior se desprende de lo declarado por el titular de SEFIPLAN  José Lima Franco, luego de que con la intención de pagar todos los adeudos adquiridos por gobiernos anteriores –principalmente del de Javier Duarte-, se revisaron uno a uno tanto la documentación como los testimoniales de la obra física, estados de inventarios y adeudos registrados en Cuentas de Orden de los Estados Financieros anteriores.

Mil millones de pesos reclamados -en una primera etapa de revisiones- no pasaron la prueba del añejo.

¡Eran cachirulos!

De nada valieron las presiones, amenazas, balconeadas en columnas políticas, los revisores aguantaron machos las embestidas de parte de algunos empresarios balines que trataron de continuar con los negocios fáciles. 

¿Pa´saber cuántos miles de millones de pesos pagaría Javier Duarte a ese tipo de empresarios por obras o servicios que quizá existieron en su imaginación pero que no se hicieron ni prestaron ningún beneficio a los veracruzanos? 

Valientes los funcionarios encargados de la validación de los adeudos declararon improcedentes o negativas todas aquellos que los empresarios no pudieron comprobar su existencia. La depuración aún continúa, pues la intención del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez es pagar lo que se llegue a comprobar ya sea con recursos presupuestales o mediante el factoraje que ya se empezó a utilizar con el respaldo de una línea de crédito disponible de 450 millones de pesos. 

Desde luego que todos esos empresarios que no pudieron meterle gol a Cuitláhuac quedaron en su derecho de reclamar lo que consideran justo por la vía de los tribunales, lo que se ve muy lejos de que suceda o prospere.