En estos días es necesario abordar el tema de los diputados que luego de haber sido electos por algún partido político, a las primeras de cambio que no les son cumplidos sus caprichos, se declaran independientes. Es decir, el vergonzoso tema de entrar al mercado político, donde ellos mismos se ofrecen como tomates o cebollas al mejor postor. 

Patético caso el de Pool Moo, que primero fue del PRI, luego se pasó a Morena, después se cobijó en el PRD y ahora, sin miramiento alguno, regresó al PRI para ayudarlo a tener los números suficientes para la Mesa Directiva… y vaya Usted a saber cuánto recibió en la transferencia. 

Se supone que los electores eligen a sus representantes, pero al llegar a los Congresos muchos se olvidan de quienes los eligieron y pasan a defender los intereses de los Partidos Políticos que les dieron su cobijo. Primera traición capital. 

Ya estando en el Congreso, buscan crecer políticamente y se venden al mejor postor. Segunda traición que los convierte en viles mercenarios. 

Y una última cuestión: El fin de semana pasada mucho se criticó la compra de diputados que hizo el Partido del Trabajo para quitar al PRI de la tercera fuerza política en la Cámara de Diputados, sin embargo, al cuarto para las doce de este lunes, el PRI que tanto se quejó de la cochinada, le copió la maniobra y le dio al PT una sopa de su propia medicina: le compró al PRD a los diputados Antonio Ortega, Guadalupe Almaguer, Abril Alcalá y Jesús de los Ángeles Pool Moo para recuperar artificialmente su lugar como tercera fuerza política. 

De este último caso ya no se dijo gran cosa. AMLO habló muy clarito de lo que significan ese tipo de maniobras amorales para conseguir poder. Sin embargo, tantas veces se repiten actos inmorales en la política que al final del día todo parece normal.

Esta vez la población entera se pudo dar cuenta de cómo se negocia el poder en el Congreso, esta vez la suciedad fue expuesta en medios y redes sociales, por ello, ya sería bueno que de una vez por todas se legisle para evitar tanto chapulineo y tanta cochinada entre los legisladores. 

Los gobernantes deberían recordar que sus patrones son los votantes y no las directivas y cúpulas de los Partidos Políticos.