El distinguido periodista Marco Antonio Aguirre Rodríguez, en su última columna de “Místicos y terrenales”, aborda un caso por demás paradigmático en Veracruz con relación a la contención de la epidemia del COVID-19, y este caso es Cosamaloapan. 

“El 21 de julio cayó un balde de agua fría en Cosamaloapan, al ser señalado el municipio por la Secretaría de Salud federal como el tercero con mayor incidencia de contagios por Covid 19 en el país”, apunta Marco Antonio. 

Dicha información heló a los cuenqueños que veían cómo en ese municipio se daba un importantísimo número de casos de COVID-19, lo que lo llevó a estar (y aún hoy permanece), en el top ten de los municipios veracruzanos con mayor número de casos totales. 

Afortunadamente para los cosamaloapeños, el índice de letalidad en el municipio nunca fue tan alto, pues de haber tenido los índices de letalidad que presentaron municipios como San Adrés Tuxtla, la mortalidad habría sido trágica. Hoy Cosamaloapan tiene una tasa de letalidad de 6.95%, esto es, que de cada 100 casos confirmados fallecen menos de 7 personas, mientras que el promedio nacional es de 9.9%. 

En Cosamaloapan, luego de aquella alarmante llamada de atención del doctor José Luis Alomía a finales de julio, sí se pusieron las pilas y comenzaron a bajar radicalmente los contagios y sobre todo las muertes, al grado que hoy, Cosamaloapan sólo tiene, en las cifras oficiales, 1 caso activo y en noviembre solo se han reportado 2 lamentables defunciones. 

Si todo lo que hicieron en Cosamaloapan lo hubieran hecho en otros municipios, otro gallo nos hubiera cantado. 

¿Qué hicieron en ese cuenqueño municipio? Lo invitamos a leer la columna completa de Marco Antonio, aquí.