En los cafés políticos de la capital veracruzana, los sabios bebedores de café no paraban de hablar y analizar el tema Juan Javier Gómez Cazarín, el singular MORENO que en los últimos días ha causado polémica en columnas políticas de experimentados periodistas. 

Y es que los avasalladores resultados logrados por MORENA en las elecciones del 2018 les había hecho pensar (incluso a varios Morenos) que había sido un churrazo y que no tenía caso pelear por algo que quizá no duraría. 

Pero un segundo y contundente triunfo en Veracruz les ha quitado la careta a muchos y ahora sí se lanzan como Juan Escutia por la bandera del futurismo y -lógico- Juan Javier Gómez Cazarín se convirtió en el enemigo a vencer dentro y fuera de MORENA. 

Hoy, el fuego amigo y enemigo hace presa del sureño. De pronto le vieron espolones para gallo. De repente le salen errores en la conducción del rebaño legislativo del Congreso. Se le inventan toda clase de roses con el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, con el secretario de Gobierno Eric Patrocinio Cisneros, con la titular de energía Rocío Nahle, con Zenyazen. Es decir, como decía el Quijote, hablan de él porque lo ven montado en un caballo reluciente y con el brazo alzado. 

Pero es tan real el crecimiento político de Juan Javier que si por fórmulas matemáticas quedara fuera del Congreso, ni así perdería el terreno político que ya se ha ganado a pulso, pues verían las cúpulas de MORENA dónde seguir aprovechando su capacidad como político y el torrente moreno que corre por sus venas. 

Los canillazos del día son para los que apenas ven burro y se les antoja viaje, y para los Morenos que buscan bajar a cualquier precio al que ven o piensan que les estorba.