Se ha dicho y denunciado oportunamente que ni todos los que están son honestos, honestos, honestos… ni todos los que se fueron eran tan, tan, corruptos. 

La prueba está en que lo que algunos hacen en lo oscurito y al amparo de un discurso de honestidad y cambio, ha salido a relucir en las Cuentas Públicas que hasta ahora han revisado y fiscalizado en el ORFIS. 

Y es que aunque lo que observa la entidad fiscalizadora no siempre significa daño patrimonial, el otro punto que también se ha observado aquí es que a las administraciones municipales (y también a uno que otro del equipo de Cuitláhuac García Jiménez) les hace falta conocimiento de lo que están manejando. Muestra de lo anterior es la enorme brecha entre el número de observaciones que resultan de las auditorías y las que finalmente llegan a convertirse en daño patrimonial. 

En la Cuenta Pública 2020 que la titular del Orfis, Delia González Cobos, acaba de entregar al Congreso de Veracruz, se reporta un presunto daño patrimonial de mil 880 millones de pesos producto de mil 994 observaciones, de las cuales 159 son observaciones a dependencias estatales, mil 814 a entes municipales y 21 observaciones a entidades Paramunicipales. 

Lo extraño del caso es que hasta la fecha nada se sabe de lo que ha pasado con aquellos funcionarios o alcaldes que salieron mal en las cuentas públicas de los últimos 5 años. Nadie sabe nadie supo. Por ello es que la percepción popular sigue siendo la misma. 

Le invitamos a que lea hoy aquí la columna “Bitácora Política” que escribe el periodista Miguel Ángel Cristiani, pues su análisis global del caso trae cosas mucho muy interesantes que usted debe saber. 

Un análisis serio y objetivo y que puede leer completo aquí.