En Veracruz la industria manufacturera, como tal, no pinta entre las actividades del aparato productivo estatal. Así lo afirmaba, y con mucha razón, el exgobernador Agustín Acosta Lagunes. 

Para el exgobernador, la industrias fuertes de Veracruz eran las agroindustrias y la de la construcción. 

Sin embargo, si bien la industria manufacturera no pinta sí es preocupante que la que existe haya caído en su tasa de crecimiento 18.3% con respecto al año 2013. Es decir, ha perdido importancia como generadora de Producto Bruto Interno estatal. 

La otra industria que se ha caído en el mismo periodo es la minería en un porcentaje del 29.4%. 

Sin embargo, lo que más preocupa -por ser una actividad intensa y masiva generadora de empleos- es la industria de la construcción, la cual ha caído en su tasa de crecimiento en el mismo periodo aludido en un 30.4%. 

Sin embargo, si bien es vital para la economía que haya empleos, preocupa en lo sustantivo que el estancamiento de este sector termómetro de la aplicación territorial, tanto de la inversión pública como de la privada, ha dejado de responder al crecimiento de las necesidades públicas de viviendas, servicios médicos y educativos. Son casi 9 años de estancamiento y por ende de peligrosos rezagos a las demandas sociales. 

Pero si lo anterior preocupa, también preocupan los efectos negativos que se producen a la planta productiva estatal como son la falta de construcción de infraestructura física para comunicación, caminos saca cosechas y de acercamiento a la dotación de servicios de salud y educación, así como los inconvenientes que causa la falta de facilidades para el abastecimiento de alimentos, medicinas y enseres del hogar. 

Lo anterior debería ser motivo de atención prioritaria para el Gobierno de Veracruz, pues el Estado ocupa el penúltimo lugar entre todos los estados del país debido al profundo decrecimiento productivo de la industria de -21.7% que registra durante el período 2013-2021. 

El principal problema en la inversión pública no radica sin embargo en su falta de, sino en la corrupción imperante que ha dejado nulos beneficios para la población: obras abandonadas sin terminar, obras sin equipamiento para operar, elefantes blancos y, lo peor, las que fueron pagadas y ni siquiera iniciaron. El dineral que llegó a los municipios vía la bursatilización de los impuestos a la tenencia vehicular se esfumó. 

Lo anterior con datos publicados en el Boletín 210 del 25 de octubre del 2021 por el Observatorio de Finanzas Públicas y Desarrollo Regional de la Facultad de Economía de la Universidad Veracruzana.